Venezuela: así fue el funeral del chavista que murió en las protestas opositoras
Un féretro cubierto con la bandera de Venezuela, imágenes de Ernesto "Che" Guevara y un ambiente tan familiar como intimidante a la vez.
Esa fue la primera imagen del funeral -el viernes- de "Juancho" Montoya, uno de los tres muertos que han dejado las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro iniciadas el 12 de febrero en Venezuela.
Sonaba, en parlantes de la emisora radial oficial de la Asamblea Nacional de Venezuela, una famosa canción del cantautor y activista venezolano Alí Primera, que dice "Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos".
Y la gente coreaba, una y otra vez, cánticos como "¡Juancho, camarada, tu muerte será vengada!".
El sábado, Maduro dijo que no aceptará violencia dentro del chavismo: "Se equivocan quienes creen que cargan un fusil y son revolucionarios", aseguró en una marcha del gobierno por la paz.
Lo dijo en un momento en que los grupos armados de asociación chavista están de nuevo en la agenda nacional, al ser acusados por opositores de infiltrar las marchas antigubernamentales e incitar la violencia.
Al ataúd de Montoya lo rodeaban hombres fornidos, que portaban vestimenta policial -esposas, pistola y chaleco antibalas- a pesar de que los signos sobre sus hombros no eran de la policía, sino de algunos de los grupos armados conocidos en Venezuela como "colectivos".
La caravana del funeral comenzó al frente del lugar en Caracas donde están los restos de Hugo Chávez, el presidente de Venezuela entre 1999 y 2013, que se encuentran en la histórica base militar del Cuartel de la Montaña en la parroquia del 23 de Enero, una zona de 100.000 habitantes en el oeste de Caracas.
Allí, hace años la presencia de la policía es escasa. Allí, los colectivos ejercen más poder que en cualquier otra parte de la ciudad.
Y Montoya, conocido entre los suyos como el "Comandante Juancho", dirigía al colectivo Leonardo José Pirela y era líder del Secretariado Revolucionario de Venezuela, una organización que aglutina al menos 100 grupos más.
El funeral del viernes no era el de cualquier chavista o miembro de un colectivo: en la tarde del viernes, bajo el picante sol de Caracas, se sepultaba a un hombre querido y relevante dentro de un gremio que para algunos representa a los defensores de la patria. Y para otros, a bandas criminales.
La caravana
Tras las oraciones y las consignas de "Chávez vive, la lucha sigue" y "Juancho vive, la lucha sigue", el ataúd entró a un carro fúnebre tradicional con flores en el techo al ritmo del himno de Venezuela.
En ese momento, decenas de motocicletas, quizá más de 100, arrancaron sus motores para dar comienzo a una multitudinaria caravana a través del bastión chavista.
El recorrido fue por una circunvalación que rodea una pequeña colina y desde la cual se ve el noroeste de Caracas y El Ávila, la enorme montaña que colinda con la capital.
La primera parada fue en una curva de la carretera, con un parque a un lado y un barranco hacia abajo. El sector se llama Sierra Maestra. Sacaron el féretro del carro, le hicieron un homenaje y encendieron voladores de pólvora.
A unos 50 metros de la ceremonia, personas encapuchadas empezaron a disparar al barranco con sus pistolas, fusiles de asalto y subametralladoras.
"Tú sabes que cada uno expresa sus emociones a su manera", le dijo a BBC Mundo Ernesto Montoya, sobrino del difunto.
La gente se volteó de inmediato y se acercó, emocionada, aunque también sorprendida de la cantidad de disparos que se prolongaron por al menos cinco minutos.
Y en medio del fervor, a más de uno se le salió un grito como "¡guárdalas para la plaza Altamira!", haciendo alusión a las balas y al simbólico lugar donde suele protestar la oposición al otro lado de la ciudad.
De ahí la caravana -que además de motos se componía de unos 20 vehículos, entre ellos una camioneta de la Guardia Nacional Bolivariana- avanzó despacio por esa misma calle, también llamada 23 de Enero.
Pasaron al lado de un colegio, el Liceo Francisco Fajardo, donde se oyó a una mujer decir por un altoparlante "no hay razón para asustarse". Y luego le siguió la voz de un hombre que manifestó el pésame.
¿Quién era Juan Montoya?
La historia del activismo político de "el camarada Juancho" -quien conoció a Chávez y al actual presidente, Nicolás Maduro- se remonta más de una década.
Según Ernesto, que además de sobrino era el organizador del funeral, el activista participó "en la parte civil" del fallido golpe de Estado encabezado por Chávez el 4 de febrero de 1992, una fecha que desde entonces el chavismo ha celebrado con esmero.
"Y después netamente contribuyó para la paz; él era un líder social y revolucionario", apuntó Ernesto.
En 2008, Montoya fue imputado por delitos de terrorismo, asociación para delinquir, uso indebido de arma de fuego y uso de documento falso después de una explosión frente a la sede en Caracas de Fedecámaras, la principal organización de gremios empresariales del país.
En ese momento, diferentes investigaciones confirmaron que Montoya era, además de miembro de un colectivo, oficial activo de Policaracas, la unidad policial del distrito capital.
La detención de Montoya suscitó un paro en el 23 de Enero promovido por los colectivos para que lo liberaran. Dos años después salió de la cárcel, y fue absuelto de cargos el año pasado, cuando participó en el proceso de desarme impulsado por el gobierno.
En agosto de 2013, Montoya le dijo al diario El Universal que estaba dedicado al trabajo ideológico y comunitario de su colectivo y aclaró que no tenía nada contra grupos como La Piedrita, Montaraz o Alexis Vive, que son más radicales.
A su funeral, pudo constatar BBC Mundo, asistieron líderes de colectivos de diferentes ramas.
¿Cómo murió?
El miércoles pasado, después de que jóvenes fueron arrestados en manifestaciones antigubernamentales en el occidente del país, estudiantes y miembros de la oposición convocaron a una marcha para pedir su liberación.
No obstante, detrás de su razón de protesta también están la crisis económica, de inseguridad y corrupción que azota al país y de la que culpan a la llamada Revolución Bolivariana.
Aunque la marcha de Caracas el miércoles se dio en paz en un principio, hacia el final hubo enfrentamientos tanto en el centro como en el este de la ciudad. Y tres personas murieron.
Dos de ellas eran estudiantes, que también fueron velados el viernes. Y el otro fue Montoya, las circunstancias de cuya muerte aún no son del todo claras. Muchos se preguntan qué estaba haciendo un activista chavista en una marcha de la oposición.
El gobierno aseguró que el arma que mató a Montoya y a uno de los estudiantes, Bassil DaCosta, fue la misma. Sin embargo, todavía no se ha determinado el autor de los disparos.
En cuanto al origen de la violencia, las versiones son diversas: el gobierno asegura que fue responsabilidad de grupos infiltrados a los que calificó de "fascistas", pero la oposición sostiene que fueron infiltrados del chavismo que buscaban sabotear la marcha.
En su intervención en el funeral, el sobrino de Montoya dijo: "Hay circunstancias extrañas en su muerte. O hubo un error humano o un acto maquiavélico en su contra. Moriste en combate, con las botas puestas".
En conversación con BBC Mundo, Ernesto aseguró que "él estaba haciendo trabajo de monitoreo y seguridad", que es una de las funciones que dicen hacer los colectivos.
Sin embargo, en una entrevista con BBC Mundo el jueves, el estudiante Nicolás Yanes, herido en la marcha con una bala en la pierna, aseguró que los disparos vinieron de infiltrados chavistas: "Me dispararon motorizados (motociclistas) encapuchados y vestidos de rojo después de que una barricada de la policía se abrió de repente".
Ese día, BBC Mundo constató cómo las diferentes calles que daban a la protesta estaban cerradas por barricadas de policías con escudos a veces atacados con piedras que venían del lado de los estudiantes.
En una entrevista concedida al medio de tendencia chavista Aporrea que se puede ver en YouTube, un miembro de un colectivo que dice haber estado al lado de Montoya en los disturbios se refiere a las barricadas mencionadas por el estudiante Yanes: "La policía bolivariana nos hizo señas de que nos metiéramos por esa vía. No nos dieron explicaciones. El comandante Juancho siempre iba delante de la caravana de motorizados. En lo que llegamos a la Esquina Monroy, sonaron unos disparos".
Y ahí fue cuando, aparentemente, cayó Montoya el miércoles.
Homenajes en el 23
De vuelta al funeral del viernes, tras pasar por la escuela, la caravana entró a un barrio donde muchos de los residentes -avisados por el constante bullicio de las bocinas de las motos- salieron a sus puertas o balcones a saludar al muerto.
En una cuadra esperaban los integrantes La Piedrita, un colectivo armado que el propio Chávez pidió que se investigara.
A un lado de la calle se pararon en fila siete hombres con pantalón militar y camiseta, tapabocas y boina roja. Al otro lado de la calle, estaban los residentes del barrio que lleva el mismo nombre del colectivo.
El acto fúnebre lo conducía Valentín Santana, el famoso líder de este colectivo que, en 2012, tenía tres órdenes de captura de la Fiscalía por homicidio.
Después de que Chávez criticó a La Piedrita, la policía allanó el barrio para capturar a Santana, pero hasta ahora no ha sido capturado.
El líder -vestido con una chaqueta tricolor parecida a la que usa Maduro- dio sus condolencias y criticó el plan de desarme que el mismo presidente ha planteado como parte de su política para enfrentar la violencia que hace de Venezuela uno de los países más peligrosos del mundo.
Los presentes corearon sus consignas una vez más, levantaron sus puños y sonó "El regreso de un amigo", una canción compuesta por el cantautor cubano Raúl Torres en honor a Chávez, que dice así:
Nadie piensa que se ha ido, fue un momentico a la misa
Y va a volver con Sandino, con el Che, Martí y Bolívar
Ese rastro que dejó el amigo, ese antídoto de vida
Contra la sierpe que sueña a América dividida
El que levantó al mendigo y compartió su comida
Después la caravana siguió su rumbo sin la presencia de BBC Mundo hacia el cementerio de El Junquito, una parroquia a las afueras oeste de Caracas.
Antes pasaron de nuevo por la calle 23 de Enero, con la pendiente a un lado y del otro unos grandes complejos habitacionales de alrededor de 15 pisos.
Desde el techo de los edificios, saludaban partidarios que disparaban al cielo para el gozo de los presentes. A pesar del contra luz, se veía que estaban encapuchados.
Eran más miembros de estos colectivos, que -como todo en la Venezuela de hoy- genera dos interpretaciones: o son policías civiles o intimidantes criminales.
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