Los rebeldes sirios se consumen en su propia guerra
Los enfrentamientos entre los grupos moderados y las facciones extremistas ligadas a Al Qaeda benefician a Bashar al Asad
Un miliciano rebelde monta guardia en la provincia de Idlib, al norte de Siria. (Foto: Reuters)
Damasco/Beirut [Agencias/El Comercio]. Vista desde Occidente, la gran amenaza para la estabilidad futura de Medio Oriente no es el régimen de Bashar al Asad, sino el eventual escenario que quedaría en Siria si llega a perder la guerra civil que viene desangrando al país desde hace casi tres años.
Plantear el conflicto interno en el país árabe como una guerra entre dos ("la oposición" versus "el régimen") es resulta una simplificación errónea. Dentro del bando que quiere deponer a Bashar al Asad y su cúpula alauita (una rama del islam chiita) que gobierna Siria hace cuatro décadas hay varias facciones. Y no operan como una coalición, sino que luchan entre ellas por el control de los territorios que han logrado arrebatarle al régimen, sobre todo en el norte y el este del país.
El Ejército de Siria Libre (ELS), de tendencia moderada, ha perdido mucho terreno frente a grupos extremistas, muchos de ellos ligados a Al Qaeda, que han aprovechado el conflicto para avanzar en su afán por imponer la ley islámica (sharia). Uno de ellos, el llamado Estado Islámico de Iraq y Siria (conocido como ISIS, por su siglas en inglés) ha cobrado notoriedad en las últimas semanas por su ofensiva que le pemitió tomar las ciudades iraquíes de Faluya y Ramadi. Sin embargo, es en Siria donde tiene más fuerza.
La situación ha empeorado tanto que ahora Bashar al Asad no necesita atacar a sus opositores para causarles bajas. Ellos han empezado a matarse entre sí. La guerra entre los rebeldes por el control del norte de Siria ha dejado cerca de 500 muertos esta semana, según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una organización con sede en Londres que cuenta con informantes en prácticamente todas las regiones de Siria.
Entre los muertos, señala el OSDH, hay 85 civiles, de los cuales 42 fueron ejecutados por ISIS en su cuartel general, situado en Alepo.
Estos grupos extremistas también tienen en su mira a los periodistas y a las ONG que intentan paliar en algo la crisis humanitaria en la que está sumida Siria. Se cree que ISIS podría estar detrás del secuestro de cuatro empleados de Médicos sin Fronteras, entre ellos un peruano que no ha sido identificado por motivos de seguridad.
Así las cosas, occidente ha empezado a mirar con creciente preocupación el escenario que podría producirse en Siria si Bashar al Asad cae y el país es capturado por los yihadistas. Por eso iniciativas para proveer a los rebeldes de armamento y ayudarlos en la lucha contra el régimen cada vez tienen menos eco. En esa coyuntura, el régimen de Damasco no solo ha mejorado su posición en el plano militar, también intenta presentarse como la única alternativa ante los extremistas.
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