domingo, 13 de junio de 2021

Estudio de Primera Tesalonicenses - 32 - Libres de la Gran Tribulación


1 Tesalonicenses 5:9-10
9 Porque no nos ha destinado Dios para la ira, sino para que podamos alcanzar, recibir y obtener salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
10 quien murió por nosotros, para que ya sea que estemos despiertos o dormidos (todavía estemos vivos o ya estemos muertos en la aparición de Cristo), vivamos junto con El.

En este pasaje Pablo les da una palabra de consuelo y confianza a los creyentes de Tesalónica y de todas las edades, que por ser de Cristo no pasaremos por la Gran Tribulación, ni tampoco pasaremos la eternidad en el infierno.

Mostrándonos que no pasaremos por la ira de Dios, Courson dice: "Pablo dice: "Dios no nos destinó para la ira". ¿Por qué? ¿Es porque somos tan geniales? ¿Es porque somos tan buenos? No. La ira que debería descender sobre nosotros se derramó sobre Jesucristo cuando tomó nuestro lugar en la Cruz. Por consiguiente, no somos ordenados para la ira del Cordero, sino para Su obra maravillosa y gloriosa de salvación".

Lo primero que debemos entender es esto en la cruz Dios derramó Su ira sobre Jesús, por eso el castigo que nosotros nos merecíamos por nuestro pecado cayó sobre Él.

Walvoord nos habla más de este día de la ira: "Porque (hoti, “porque”) introduce otra razón por la cual los creyentes deben prepararse. La intención de Dios para ellos no es la ira que vendrá sobre la tierra en el día del Señor, sino la salvación completa que será de ellos cuando el Señor regrese por ellos en las nubes. La ira de Dios a la que se hace referencia aquí claramente se refiere a la Tribulación; el contexto lo hace evidente. La liberación de esa ira es el destino de Dios para los creyentes". McGee añade: ""Dios no nos ha destinado para la ira", eso debería quedar claro incluso para los amilenialistas, pero por alguna razón no entienden el punto. Dios no nos ha destinado para el día de la ira, la Gran Tribulación. Es un tiempo de juicio y la iglesia no lo está pasando porque Cristo cargó con nuestro juicio".

El creyente no fue llamado a pasar por este día de la ira, sino que por la obra de Cristo obtenemos la salvación.

Dods dice de esto: "Para obtener la salvación. Otros pasajes amplían el significado de "salvación" (véase el cap. 1 Tes. 4: 7), pero aquí la idea principal en la mente del apóstol es escapar de la destrucción con la que se visitará el mundo incrédulo; aunque esto implica, como muestra inmediatamente, la vida con Cristo". Y McGee añade: "Dios no nos ha destinado a la ira, a la Gran Tribulación, sino a la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo".

Acerca de la obra de Jesús que nos trajo la salvación Ellicott nos dice: "No es un mero recuerdo piadoso de un hecho que no tiene nada que ver con el contexto, sino un relato de la forma en que Cristo hizo posible que nos dispusiéramos a ganar la salvación. ¡Qué bendito privilegio debe ser la vida de trabajo de un cristiano, si solo, por no hablar de la “salvación” al final, cuesta tal precio!".

Esta salvación la disfrutaremos los que estemos vivos y los que hayan partido, es decir para todos los que somos de Cristo.

Clarke nos dice de esto: "Ya sea que estemos despiertos o durmamos, ya sea que vivamos o muramos, ya sea que estemos en este estado o en el otro mundo, viviremos junto a él, disfrutaremos de su vida y de los consuelos de su Espíritu mientras estemos aquí; y será glorificado juntamente con él en el mundo eterno. Las palabras muestran que en todas partes y en todas las circunstancias los creyentes genuinos, que caminan en pos de Dios, tienen vida y comunión con Él, y son continuamente felices y constantemente seguros". 

Y el fin de todo esto es que viviremos por siempre con el Señor, de lo que Spence nos dice: "Viviremos juntos, o en una sola compañía, con él. El apóstol continúa aún con su discurso de consolación a quienes estaban de luto por sus amigos fallecidos; y les dice que en el advenimiento no habrá diferencia entre los que estén vivos y los que duerman; ambos vivirán juntos con el Señor".

Podemos ver que los creyentes no pasaremos por la Gran Tribulación, sino que juntamente con las que han partido viviremos por siempre con el Señor.




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