Dossier Illuminati: ¿una secta tras la élite global? La investigación de Henry Makow
1. Algunos apuntes sobre los “Illuminati”
Por Francisco González Fernández
En los últimos años se ha hablado mucho de los Illuminati, tanto en libros escritos con ese fin, como en artículos periodísticos que tocan ciertos aspectos de este tema o incluso en webs dedicadas a esos contenidos. Nos encontramos con un conjunto de hechos históricos demostrados, pero también con otros que quizá rocen el mundo de la leyenda, de lo misterioso y oculto. Incluso en algunos casos se da un fenómeno inverso: acontecimientos que están ocurriendo actualmente tal vez se deban a la mano de este grupo que, según dicen, surgió en el siglo XVIII, pero en el que confluyen también otras tendencias como podría ser la masonería, los rosacruces o incluso herederos de templarios resentidos por su trágico destino.
Sea como fuere, el tema se puede abordar desde muchos puntos de vista, ya sea histórico, político, económico, religioso o incluso en él podrían surgir tintes del enigma y del misterio, pues a veces no se sabe muy bien dónde acaba lo real y comienza la leyenda. El caso es que los investigadores del fenómeno coinciden en el hecho de que existen una serie de grupos, más o menos cohesionados entre sí, con un afán común: el control del planeta desde diversas vertientes y el advenimiento de un Nuevo Orden Mundial. En esto coinciden todos los análisis y estudios sobre estos grupos. La forma en que se esté intentando conseguir este objetivo puede diferir entre unos autores y otros, pero incluso en las formas, métodos y procedimientos también existen curiosas coincidencias. A todos estos grupos interesados en alcanzar grandes cotas de poder y dominio sobre la humanidad se le ha denominado “los Illuminati” o también “la élite” y estaría formado por personas de diversas adscripciones sociales, políticas, económicas, entre ellos, magnates de la banca, grandes empresarios, millonarios sin escrúpulos, políticos de todas las tendencias, miembros de grupos esotéricos (masonería, rosacruces, etc.), magnates de los medios de comunicación, dinastías monárquicas europeas, etc., en cuyas manos está gran parte del poder, dinero, territorio y, si no hacemos algo por evitarlo, tal vez el destino de toda la humanidad.
Entre los principales autores o investigadores que han estudiado el tema de los Illuminati podríamos citar a Fritz Springmeier, periodista norteamericano que, desde sus libros y artículos, afirma que detrás de varias familias Illuminati y poderosas instituciones internacionales (como la ONU y su entorno) habría fuerzas elitistas y satánicas encaminadas a un control y dominación a escala global. También está Jordan Maxwell, investigador y escritor estadounidense, especializado en teología, sociedades secretas, ufología y etimología, y al que muchos consideran el padre o pionero de las teorías conspirativas. Podríamos seguir citando a un sinfín de investigadores que han estudiado y siguen informando sobre el fenómeno, desde muy diversas vertientes, tales como Alex Jones, cineasta y presentador de radio estadounidense, con su web y programa de radio “Infowars” o numerosos documentales y películas, o el recientemente fallecido Jim Tucker: ambos periodistas han seguido durante muchos años el tema del Club Bilderberg, relacionado con los planes de las élites mundiales. En este sentido destaca también el escritor e investigador ruso Daniel Estulin, que aparte de sus numerosos libros, tiene un espacio en la cadena de televisión RT, donde habla de diversos temas en torno a las conspiraciones actuales. La lista sería interminable siguiendo con David Icke, David Duke, Milton William Cooper, Texe Marrs, Webster Tarpley, Jim Marrs, Aaron Russo, Juan Andrés Salfate, etc.
Prácticamente, todos estos autores y otros ofrecen las mismas tesis, que se resumen en la existencia de un “gobierno en la sombra”, que, utilizando diversos procedimientos a lo largo de los siglos, intentarían llevar a la sociedad humana a un Nuevo Orden Mundial, con un gobierno único, una estructura económica única y una sola religión, cultura o transmisión de conocimientos. Lo que hace unos años se intentó -y con una amplia panorámica de los hechos ya hemos comprobado- mediante guerras mundiales, se estaría intentando actualmente por otros medios: hambrunas, epidemias y enfermedades, empobrecimiento y miseria, crisis económicas, influencia en el clima, injerencia política y militar en otros países, así como otros muchos medios “sutiles” de minar las sociedades y las naciones. Muchos de estos autores han destacado que las élites, los gobiernos en la sombra, los poderosos o los “illuminati” (cuando se van dotando de una estructura política, organizativa y hasta esotérica) tienen como objetivo conseguir el máximo control, el mayor poder, todas las riquezas posibles y una hegemonía y dominación que pasen desapercibidas.
Nos encontramos actualmente en una “ceremonia de la confusión”, en la que los ciudadanos de a pie ya no sabemos si podemos fiarnos de nuestros políticos, o si los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) son fieles a la Justicia y la Ética, o bien sirven a otros “señores” menos honorables, escondiendo sus ruindades y corrupciones detrás de sus cargos. Al fin y al cabo, se impone un grito de “¡Despierta!” para hacer frente a dos enemigos muy poderosos: primero, la propia apatía del “bueno, esto ya pasará” y segundo, quienes están aprovechando su poder, su cargo, su alta posición para explotarnos y reducirnos a meros esclavos. Tal vez cuando queramos darnos cuenta ya sea demasiado tarde. Cualquiera de nosotros, a nivel individual o colectivo, más tarde o más temprano, verá que se nos intenta doblegar desde las altas jerarquías, no siempre honestas, y que, en un momento dado, no servirá la disyuntiva derecha-izquierda que nos ofrece la política, puesto que, como se ha comprobado, son dos caras de la misma moneda.
El tema de los “Illuminati”, de su existencia o no, de sus “efectos colaterales” o de los objetivos que persigue, abarca un campo muy amplio de simbología y rituales, grupos participantes, ideología propia y grupos a los que persigue, personajes destacados, procedimientos de actuación (como los famosos “ataques de bandera falsa”) y un sinfín de hechos y objetivos que les darán una mayor fuerza. Tal vez podamos pensar que cierta “escenografía” o planificación no existen, porque su mayor ventaja es que estas cosas no salgan a la luz, no se den a conocer y se nos haga creer que no existen, desacreditando como “locos” a quienes hablan sobre ellas. Pero si bien la estructura externa o las conexiones entre los miembros Illuminati no salgan a la luz, sí que podemos comprobar que los efectos de sus acciones son contundentes y terroríficos. Y a este respecto, podríamos hablar de hechos tan terroríficos como la Revolución Francesa de 1789, la Revolución Rusa de 1917, otras revoluciones, dos guerras mundiales con sus consiguientes genocidios, conflictos políticos y sociales, hambrunas en diversos países del globo, brotes epidémicos, y guerras actuales como la de Siria.
En una época tan avanzada, en que podemos controlar nuestros electrodomésticos a distancia o enviamos naves a Marte, la pregunta clave es… ¿cómo es posible que no se haya producido el mismo avance en lo social, en el aspecto ético y solidario del hombre, en la racionalidad y en el sentimiento de empatía hacia los demás, en la organización de las naciones a escala colectiva e institucional para lograr la paz y el fin de las guerras, el hambre, la miseria, etc.? Una de las posibles respuestas, en mi humilde opinión es que, frente a la buena voluntad de los individuos como personas y ciudadanos de países, con su corazón de padres/madres, hermanos/as, hijos/as, etc. y su mente de personas con estudios, se erige una serie de voluntad de hacer el mal mediante artimañas de gran bajeza que son obra de unas mentes perversas, ávidas de poder, empeñadas -entre otras cosas- en que la población mundial se reduzca a su antojo y con un ansia desmedida de poseer las riquezas, los territorios y el poder para someter al resto de la población.
En este sentido, cito la famosa frase, después atribuida a otras personas, del escritor y político británico Edmund Burke (1729-1797), quien, entre otras cosas, intentó por todos los medios que todo el terror (o Terror) de la Revolución Francesa no llegara a Gran Bretaña y también supusiera un baño de sangre y una irracional escalada de odio:
“Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los hombres buenos no hagan nada.”
A continuación se ofrece una visión de un escritor canadiense, Henry Makow, profesor universitario, autor de varios libros relacionados con estos temas y también creador del juego de mesa “Escrúpulos” (“Scruples”). En su libro, “Illuminati: la secta que secuestró al mundo”, Makow se centra en algunos aspectos muy concretos de estos grupos, como serían las conexiones sionistas y de un nacionalismo judío con los intereses de estos grupos. También nos habla de la orientación e inspiración ideológica de este movimiento, como serían el Talmud y la Cábala, en los que encuentra verdaderas connotaciones peyorativas hacia los “gentiles”, como en el Talmud, o auténticos libros esotéricos que, sin embargo, han generado otros manuales de magia “menos recomendable”. Expone sin tapujos cómo, según el autor, los Illuminati han utilizado a los judíos para sus fines, y también han utilizado el Holocausto de la época nazi para “forzar” un exilio que desembocara en la colonización a toda marcha del estado de Israel tras la II Guerra Mundial por una población judía que nunca había vivido allí. Y todo esto lo expone Makow sin caer en el “negacionismo” del Holocausto, pues esta tragedia la sufrieron los propios abuelos del autor.
Especial mención merece el tratamiento de dos documentos que, para algunos investigadores carecen de validez: “Los protocolos de los sabios de Sión” y la carta de Albert Pike a Giuseppe Mazzini. Para Makow, sin embargo, tienen autenticidad y relevancia, puesto que las frases y declaraciones mencionadas en ellos tienen luego un claro reflejo en el mundo real. La última de las secciones es de gran importancia, puesto que revela hechos que, de ser ciertos, cambiarían el devenir de la Historia tal y como nos la han contado. Por ejemplo, cuando vemos un título como “¿Contrataron a Hitler los Illuminati para empezar la 2GM?”, nos asalta la sorpresa y el estupor, pues enseguida comprendemos que alguien podría estar controlando los hilos de nuestras vidas.
Por último, no estamos ante una obra creada a base de “supuestos” o fantasías, sino de un conjunto ordenado de tesis (N.Ed: llamadas a menudo, interesadamente, “teorías de la conspiración” por el stablishment y sus vasallos) basadas en una ingente cantidad de documentación, párrafos textuales de otros libros que se citan, testimonios de personas relacionadas con este tema, relatos de hechos que ocurrieron realmente e incluso de obras de autores extranjeros que, lamentablemente, no están traducidas y a las que sería difícil acceder. Makow compagina todo este material para hacernos llegar una obra que, si bien tiene una gran documentación historiográfica, también refleja sus opiniones personales y las conclusiones a las que llega, entre otras, que los Illuminati han sido y son una secta que secuestró al mundo.
Francisco González Fernández (León, España) es licenciado en Filología Inglesa y traductor, así como un lector asiduo del escritor canadiense Henry Makow
Tomado de Liberación Ahora
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