1 Tesalonicenses 4:6-8
6 Que nadie perjudique ni se aproveche de su hermano en este asunto, porque el Señor es el vengador en todas estas cosas, como también antes les dijimos y advertimos solemnemente.
7 Porque Dios no nos ha llamado a impureza ni inmundicia, sino a vivir en santificación.
8 Así que, el que rechaza y desecha esto, no rechaza y desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.
Pablo sigue dándoles instrucciones a los tesalonicenses, y diciéndoles que estas no son instrucciones de hombres, sino directamente de Dios.
La siguiente instrucción que da Pablo es que no debemos defraudar o aprovecharnos de los hermanos.
El Comentario de Cambridge lo explica: "que nadie vaya más allá y defraude a su hermano en cualquier asunto] Más exactamente, que nadie se extralimite y se aproveche de su hermano en el asunto. “El asunto” es obviamente lo que ocupa los dos últimos versículos. Los actos de impureza son males sociales, así como pecados contra la persona del infractor. La advertencia puede incluir cualquier daño infligido a otra persona con respecto a los afectos y compromisos que pertenecen al matrimonio, "el asunto" en cuestión en el presente encargo, que se viola expresamente por "fornicación". El Apóstol pone el mal en la luz más fuerte: es "engañar al hermano de uno", y eso en lo que más toca las santidades de la vida".
Como vemos este pasaje nos habla en el contexto de la fornicación y la impureza sexual, pues no solo defrauda a su cónyuge, sino también a la persona con quien comete adulterio.
Acerca de que el Señor es vengador de los que hacen eso, McGee escribe: "He vivido lo suficiente como cristiano y como pastor para ver cómo este principio funciona en la vida de muchos creyentes. He observado a ciertos creyentes que han sido deshonestos en sus tratos con los demás, y Dios es un vengador: se mueve y los juzga".
También he visto que esto causa hijos no deseados, matrimonios rotos, perdida y condenación en nosotros. Y recordemos Gálatas 6:7-8: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna".
Aunque Dios no nos castiga con cosas que nos hagan daño, siempre habrá una cosecha de las cosas que hacemos.
Pablo había sido claro al decirles esto.
Gill dice de esto: "Como también les hemos advertido y testificado; no por una epístola anterior, como si esta fuera la segunda para ellos, y lo que sigue a la primera, como pensaba Grocio; pero lo hicieron cuando estuvieron en persona con ellos, sabiendo que estos abominables vicios prevalecían grandemente en su ciudad; por tanto, dieron su testimonio contra ellos, y expusieron su maldad, y les advirtieron del peligro que corrían, de modo que ahora no podían alegar ignorancia. La versión etíope dice en primera persona del singular, "como ya les he dicho y les he testificado"".
Pablo vuelve a decir que Dios no nos llamó a la inmundicia, sino a caminar en santidad.
Barnes nos dice de esto: "Porque Dios no nos llamó a la inmundicia. Cuando nos llamó a ser sus seguidores, no fue para que lleváramos vidas impuras, sino santificadas. Por tanto, debemos cumplir los propósitos por los que fuimos llamados a su reino".
Robertson aclara mas la idea: "No en inmundicia, sino en santificación (epi akatharsiāi all 'en hagiasmōi). Fuerte contraste aún más agudo por las dos preposiciones epi (en base a) y en (en la esfera de). Dios nos ha "llamado" a todos para una vida sexual decente en consonancia con sus objetivos y propósitos. Era necesario que Pablo colocara este noble ideal ante los cristianos tesalonicenses que vivían en un mundo pagano. Es igualmente importante ahora".
Finalmente Pablos nos dice que el rechaza estas cosas, no lo rechaza a él, sino a Dios mismo.
McDonald nos dice de esto: "Cualquiera que rechace esta instrucción no está simplemente despreciando la enseñanza de un hombre, como Pablo; él está desafiando, despreciando, burlando y rechazando a Dios mismo".
Y completa la idea diciendo que Dios nos dio su Espíritu, y sabemos que el Espíritu siempre nos guía a toda verdad. Nos muestra que estas instrucciones vienen de Dios. Además al darnos el Espíritu Santo nos da la habilidad para vencer estas tentaciones. No estamos solos.
Walvoord nos dice: "Pablo concluyó esta exhortación con un recordatorio de que Dios también les ha dado a los creyentes Su Espíritu que mora en ellos. Esta Persona de la Trinidad está tan caracterizada por la santidad que se le llama Espíritu Santo. El Espíritu Santo que habita en nosotros tiene el poder suficiente para permitir que cualquier cristiano aprenda a controlar su propio cuerpo, incluso en un clima pagano e inmoral. La exhortación es evitar la inmoralidad sexual; la habilitación viene del Espíritu Santo".
Hemos visto en estos pasajes que Dios a través de Pablo, le da a los tesalonicenses, y nosotros, instrucciones bien claras acerca de nuestras conductas sexuales, pero también que nos dado el Espíritu Santo que nos capacita para vencer las tentaciones.
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