jueves, 6 de mayo de 2021

Estudio de Primera Tesalonicenses - 10 - Predicando con la motivación correcta


1 Tesalonicenses 2:3-4 (Biblia Expandida)
3 Porque nuestra exhortación al predicarles no se origina en el error ni en malas intenciones, ni en  propósito impuro, ni procura engañar a nadie,
4 sino que del modo hemos sido probados y aprobados por Dios para que se nos confiara las buenas nuevas del evangelio, así hablamos, no para agradar a los hombres, sino a Dios que prueba y examina nuestros corazones.

En este pasaje Pablo nos abre su corazón, explicando la motivación de su predicación y la autoridad que Dios le dio al aprobarlo y confiarle la predicación de las buenas nuevas del Evangelio.

Clarke nos dice: "Nuestra exhortación - La palabra παρακλησις tiene un significado muy extenso; significa no sólo exhortación y enseñanza en general, sino también aliento, consuelo y cosas por el estilo. Cuando los apóstoles exhortaban o amonestaban a los hombres, era para que se volvieran del mal al bien, de la miseria a la felicidad, de Satanás a Dios y del infierno al cielo. Teniendo este objeto sus exhortaciones, cada palabra era consoladora; y como la verdad que ellos comunicaron era incuestionable, su ministerio fue un tema de gran aliento y gozo."

Así las exhortaciones que Pablo les hacía eran para incrementarlos, no solo guiándolos al arrepentimiento, sino dándoles las herramientas para que vivieran una vida victoriosa en cada área de su vida.

Acerca de las motivaciones del corazón de Pablo, Walvoord nos dice: "Las acciones de Pablo (que los tesalonicenses observaron personalmente) demostraron tanto su sinceridad como sus motivos (que no pudieron observar pero que Pablo explicó aquí). Pablo negó tres acusaciones: (a) su mensaje no era engañoso; era verdad, no error; (b) su motivación no era impura, sino limpia; (c) su método no era engañarlos, desviarlos u obstaculizarlos, sino que fue honesto."

En este pasaje da su defensa a las falsas acusaciones de sus enemigos, no solo tuvo motivaciones sinceras, sino que camino con una ética ministerial intachable. 

Su ministerio había sido probado, examinado y aprobado por Dios, y Robertson nos dice esto: "Dokimazō, antiguo verbo poner a prueba, pero aquí el tiempo de estado completo significa probado y examinado y así aprobado por Dios. Pablo aquí reclama el llamado de Dios para su ministerio y el sello de la bendición de Dios sobre su obra y también para la de Silas y Timoteo".

Walvoord complementa: "Habiendo sido aprobado (dedokimasmetha, "demostrado mediante pruebas que es genuino") por Dios, les confió el evangelio. Pablo usó la palabra "evangelio" cinco veces en 1 Tesalonicenses (1 Tesalonicenses_1: 5; 2: 2, 2: 4, 2: 8; 3: 2). Pablo y sus compañeros misioneros eran veteranos; se habían probado y aprobado durante años. Dios no habría bendecido su trabajo si su motivación no hubiera sido correcta. Pablo se veía a sí mismo como un mayordomo a quien Dios le había confiado para llevar su mensaje de salvación a los hombres y mujeres perdidos (1 Corintios 9:17). Pablo no eligió su trabajo; Dios lo eligió para el supremo llamamiento de proclamar el evangelio. Esta responsabilidad fue más significativa para Pablo, quien se veía a sí mismo bajo el constante escrutinio de Dios. De modo que no se atrevería a servir con motivos equivocados." 

Así es, Pablo no se atrevería a hacer su servicio con la motivación incorrecta ni para agradar a los hombres.

Barnes nos dice de esto: "No para agradar a los hombres, no como los impostores, que se proponen agradar a la gente. El significado del apóstol es que no pretendía enseñar doctrinas que adularan a la gente; para ganarse su aplauso; o que satisfaga sus pasiones o su imaginación. No debemos suponer que deseara ofender a la gente; o que consideraba su estima sin valor; o que le era indiferente si estaban contentos o disgustados; pero que no era el objeto directo de su predicación complacerlos. Era para declarar la verdad y obtener la aprobación de Dios, independientemente de lo que la gente pudiera pensar",

Hace poco felicitaba a un pastor porque no predicaba lo que quería oir la gente, sino lo que realmente necesitaban. Y eso es lo que necesitamos hacer, darle a la gente la buena Palabra de Dios, no los que los adule, ni manipule, sino lo que les va a hacer bien.

Por último veamos que Dios es el que prueba nuestros corazones,

John GiAcerca de esta declaración, Spence nos dice: "No es una declaración general, "Dios que es el discernidor del corazón"; sino "nuestro corazón", es decir, de nosotros, los publicadores del evangelio: Pablo, Silas y Timoteo; apelando así a Dios, como juez infalible de su sinceridad".

Así es, Dios es el que discierne nuestros corazones y ve nuestras motivaciones. Debemos ser como Pablo y sus socios en el ministerio, manteniendo un corazón sincero, bendiciendo a la gente que le predicamos.



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