La crisis de Ucrania revivió fantasmas oscuros de Europa
Última actualización: Sábado, 8 de marzo de 2014
La gravedad de la crisis ucraniana ha desempolvado palabras y sucesos históricos que parecían abandonados en antiguos anaqueles del Viejo Continente, más acostumbrado desde la disolución de la antigua Yugoslavia a discutir crisis financieras, rescates económicos, terrorismos radicales e integración de países y mercados.
En las últimas semanas han vuelto a usarse en Europa palabras cargadas de historia como "fascismo", "nazismo" y "comunismo".
En medio de una batalla dialéctica que combina las ideologías y guerras del siglo XX con conflictos del siglo XXI, la Historia se utiliza para demostrar la "legitimidad" de unos y exhibir la ilegalidad de los otros.
Para Washington y Bruselas es ilegítimo lo que ocurre en Crimea, donde el parlamento local convocó a un referendo para abrir la puerta a una posible unión con la Rusia; para Moscú es ilegítimo el nuevo gobierno ucraniano que rige desde Kiev.
Lo que ocurre en Kiev
El primer ministro interino de Ucrania, Arseniy Yatsenyuk, dijo este viernes que el resultado del referendo de Crimea no será reconocido por el resto del mundo y que cualquier decisión será "deliberadamente ilegal e inconstitucional".
En una línea similar, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firmó el jueves una orden que autoriza sanciones contra "individuos responsables por actividades que socaven el proceso democrático o las instituciones en Ucrania; amenazando la paz, la seguridad, la estabilidad, la soberanía o la integridad territorial" del país.
Pero para el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, los que atentaron contra la democracia ucraniana son los hombres que hoy gobiernan Ucrania y que ayer estaban en la Plaza Maidan alentando las protestas contra Viktor Yanukóvich, un líder elegido democráticamente cuyo mandato terminaba en un poco más de un año.
Para Putin, lo ilegal es que Yatsenyuk sea primer ministro ucraniano, luego de lo que el mandatario ruso calificara como "un golpe anticonstitucional, una toma armada del poder" en Ucrania.
El Kremlin también rechaza que partidos de extrema derecha como Svoboda integren el gobierno después de su accionar en las protestas y recuerda que algunos de los héroes que ondean en las banderas de esos grupos colaboraron con la ocupación nazi y la matanza de judíos en la Segunda Guerra Mundial.
Para el corresponsal de la BBC en Kiev David Stern, los funcionarios que salieron de Maidan no son fascistas ni los fascistas dominan la oposición ucraniana; pero aunque el rol de los movimientos de ultraderecha en la caída de Yanukóvich no debería exagerarse, el periodista opina que su participación no debería ser minimizada tampoco, "especialmente ahora que han asumido puestos en ministerios clave".
El nuevo gabinete
El nuevo gobierno ucraniano está liderado por políticos del partido Fatherland, de uno de los íconos de la Revolución Naranja: Yulia Tymoshenko, quien fuera una figura prominente en el establishment de la industria gasífera nacional.
Olexander Turchynov, el presidente interino, es la mano derecha de la exprimer ministra ucraniana. El actual primer ministro, Arseniy Yatsenyuk, es el jefe de Fatherland, aunque su relación con la líder política que fue arrestada por Yanukóvich ha tenido sus rispideces. La organización también controla el Ministerio del Interior y el Consejo de Seguridad Nacional.
Pero Svodoba, un partido que hace cuatro años obtuvo menos del 2% de los votos en las elecciones presidenciales, ocupa ahora seis puestos en el nuevo gobierno, entre ellos los cargos de fiscal general, Oleh Makhnitskyy, y de viceprimer ministro, Oleksandr Sych.
Sych es un conocido activista anti aborto no ajeno a declaraciones polémicas, como cuando sugirió que las mujeres deberían "llevar un tipo de vida que las aleje del riesgo de la violación, como evitar las bebidas alcohólicas o estar en malas compañías". Pero las frases controvertidas parecen acompañar a más de un miembro de este partido.
Su líder, Oleh Tyahnybok, fue expulsado del Parlamento en 2004 por decir que la "mafia judeo-moscovita" controlaba el país y uno de sus legisladores describió el Holocausto como un "período brillante".
Aunque el partido, últimamente, ha bajado el tono de su retórica nacionalista, "no hay que minimizar su extremismo o su peligro", dijo a la BBC el profesor de la Universidad de Columbia y experto en Ucrania, Tarik Cyril Amar.
Otros líderes de los grupos más violentos y mejor organizados de Maidan han mantenido una retórica que preocupa a Moscú. Para Dmytro Yarosh, el jefe del movimiento Sector Derecho, cuya posible inclusión en el gobierno ha sido vista con inquietud por algunos funcionarios en Occidente, Svoboda es una agrupación "muy liberal".
Otros ministros del nuevo gobierno provienen de agrupaciones o movimientos más neutrales como Andriy Deshchitsya, en Relaciones Exteriores, el hombre de negocios Dmytro Bulatov, en el ministerio de Deportes y Juventud, y la periodista de investigación Tetyana Chornovol, en el comité anti corrupción (estos dos últimos activistas fueron salvajemente golpeados durante los días de la protestas contra Yanukóvich).
Lo que ocurre en Crimea
Lo ilegítimo y lo legítimo juegan un juego peligroso en Crimea, la península poblada en su mayoría por ciudadanos de origen ruso que el próximo 16 de marzo votarán por unirse a la Federación Rusa o por quedarse en Ucrania, en un referendo rechazado por Kiev, Bruselas y Washington.
Para Obama, el ingreso de tropas rusas a la península "viola la soberanía y la integridad territorial ucraniana" y son pasos que constituyen una violación a la ley internacional, "incluyendo las obligaciones rusas bajo la Carta de las Naciones Unidas y su acuerdo militar de 1997 con Ucrania, y es inconsistente con el Memorandum de Budapest de 1994 y el Acta Final de Helsinki".
Para Putin, Rusia ha respondido al pedido de "ayuda humanitaria" de la población de Crimea, un territorio que perteneció a la Unión Soviética hasta 1954. La legitimidad de sus acciones y las reacciones que generan no escapa en absoluto al líder ruso:
"Nos suelen decir que nuestras acciones son ilegítimas, pero cuando yo pregunto, '¿ustedes creen que todo lo que ustedes hacen es legítimo?' me responden 'sí'. Entonces yo tengo que recordar lo que hizo Estados Unidos en Afganistán, Irak y Libia, donde actuaron sin ninguna resolución de las Naciones Unidas o distorsionando completamente esas resoluciones, como en el caso libio".
En su búsqueda de eventos pasados, Putin también ha mencionado Kosovo, donde la población albana fue cobijada por Occidente en su intento exitoso de separarse de Serbia, paralelismo que ha sido rechazado por Washington.
El exembajador estadounidense en Moscú, Michael A. McFaul, se preguntó en su cuenta de Twitter si, tras un posible apoyo del gobierno ruso a un referendo en Crimea, Putin daría el mismo apoyo "a votaciones similares en las repúblicas de la Federación Rusa".
Perspectivas
La intervención rusa en Crimea ha sido considerada por el secretario general del Atlántico Norte (OTAN), Anders Fogh Rasmussen, como la amenaza más grave para la seguridad de Europa desde la Guerra Fría.
La exsecretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton fue más allá en el tiempo. Fue citada por la publicación The Long Beach Press-Telegram dando a entender que las justificaciones ofrecidas por Putin a las acciones en Crimea recordaban a "lo que hizo Hitler allá por los años 30" cuando el líder nazi invadió Checoslovaquia con la excusa de que la población de origen alemán eran maltratados.
En medio de su presentación en la Universidad de California, en Los Ángeles, Clinton intentó aclarar sus comentarios: "Solo quise que todos tuvieran una pequeña perspectiva histórica, no estoy haciendo en absoluto una comparación, pero recomiendo que quizás podamos aprender de esta táctica que ya fue usada anteriormente".
Perspectivas históricas son las que sobran en estos momentos en Ucrania, pero ninguna parece contribuir demasiado a mejorar un presente donde los dos bandos se consideran los únicos dueños de la legitimidad.
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