Las Reglas de la
Hermenéutica
Quinta Parte
PRINCIPIOS HISTÓRICOS DE INTERPRETACIÓN
Los principios
históricos de interpretación tienen relación con el trasfondo histórico del
texto bíblico.
¿Para quién y por
quién fue escrito el libro? ¿Por qué fue escrito y qué influencia tuvo el
escenario histórico del momento en la formación del libro? ¿Cuáles son las
costumbres y el ambiente de la gente de aquel entonces?
Estas son algunas
de las preguntas que trataremos de responder cuando consideremos el aspecto
histórico de nuestro estudio.
REGLA #18
YA QUE LAS ESCRITURAS VIERON LA LUZ EN CONTEXTOS
HISTÓRICOS CONCRETOS, SÓLO PODRÁN ENTENDERSE PLENAMENTE A LA LUZ DE LA HISTORIA
BÍBLICA
Al empezar a estudiar
un pasaje de la Biblia, debemos vestirnos de periodistas y empezar un proceso
de investigación del pasaje.
¿Para quién fue
escrita este libro?
¿Qué podemos saber respecto al escritor:
ambiente, preparación, etc.?
¿Qué experiencia o
situación dio origen al mensaje?
¿Cuáles son los
personajes principales del libro?
Nuestro objetivo es
colocarnos en el escenario de la época en que se escribió el libro y compartir las
experiencias de la gente de entonces.
Debemos tratar de
percibir que era lo que motivaba y empujaba al autor lo que estaba escribiendo.
Por ejemplo, el
conocer un poco de la historia de la iglesia nos ayudará a entender mejor el
propósito de la
Primera Epístola de Juan y de paso entender la importancia de
este principio.
En el primer siglo
de la iglesia, aproximadamente en el año 70 DC., aparece el movimiento
docetista, este era una secta gnóstica que decía que Jesús no había venido en
carne sino que solo se había “aparecido”, que era una especie de imagen
proyectada; incluso decían que la resurrección en realidad había sido una
especie de imagen y no algo físico.
No hay duda que
cuando Juan escribe en el primer verso de su Primera Epístola: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de
vida”.
En contraposición
con esta doctrina de demonios Juan dice que él ha oído, visto y tocado a
Jesucristo.
Pero él va más allá en los versos 2 y 3 del capítulo 4 de esa Epístola: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo
espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo
espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y
este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y
que ahora ya está en el mundo.”
Nuevamente condena
la doctrina docetista cuando dice que todo espíritu (otras versiones dicen
profeta) que confiera que Jesucristo vino en carne es de Dios y el que confiesa
que no ha venido en carne; que era esta lo que decía esta doctrina, no es de
Dios.
Y en su Segunda
Epístola, en el verso 7, sigue con el tema, ya de manera más directa: “Porque muchos engañadores han salido por el
mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es
el engañador y el anticristo.”
Entonces, vemos que
para poder interpretar correctamente la Epístola necesitamos conocer los
antecedentes históricos.
Lo mismo sucede con
el resto de la Biblia, debemos conocer el contexto histórico, lo cual nos
ayudará a profundizar lo que estamos estudiando.
REGLA #19
AUNQUE LA REVELACIÓN DE DIOS EN LAS ESCRITURAS ES
PROGRESIVA, TANTO EL ANTIGUO COMO EL NUEVO TESTAMENTO SON PARTES ESENCIALES DE
ESTA REVELACIÓN Y CONFORMAN UNA UNIDAD.
Mucha gente dice: "El Dios del Antiguo Testamento
[Jehová] es distinto del Dios presentado en el Nuevo. En el Antiguo Testamento
se le ve tan malo, mientras que en el Nuevo vemos a un Dios lleno de gracia y
amor".
Este es un punto de
vista bastante común pero que no se basa en hechos reales. Si llega a influir
en nuestro modo de pensar nos desviaría de la interpretación correcta de las
Escrituras; y quizás terminaríamos pensando como las sectas que rechazan la
condenación eterna y el infierno.
Un sencillo ejemplo
nos demuestra la falacia de esta forma de pensar: Jesús habló más respecto al
infierno y al juicio de Dios que cualquier otro en toda la Biblia.
El Antiguo
Testamento levanta el escenario en el que adquieren su verdadera dimensión los
hechos del Nuevo; da el marco esencial para la correcta interpretación del
Nuevo Testamento.
Difícilmente
entenderemos de qué está hablando el Nuevo Testamento si no estamos
familiarizados con el relato que hace el Antiguo Testamento de tales eventos como
la creación y la caída en pecado del hombre.
Por eso al leer la
Biblia debemos leerla como un todo, sabiendo que cada Testamento es complemento
del otro.
La revelación que
Dios hace de sí mismo es progresiva al leer la Biblia de principio a fin, pero
su forma de ser, su carácter, no cambia.
El gran plan
redentor de Dios es el mismo en ambos testamentos. Al estudiar la Biblia puedes
considerar que son dos partes de un mismo libro, y no dos libros separados.
REGLA # 20
LOS HECHOS O SUCESOS HISTÓRICOS SE CONVIERTEN EN SÍMBOLOS
DE VERDADES ESPIRITUALES SOLAMENTE SI LAS PROPIAS ESCRITURAS ASÍ LO ESPECIFICAN
Aunque hay matices
de significado que diferencian a las palabras símbolo, tipo, alegoría, símil, y metáfora entre sí, tienen lo
bastante en común como para que las tomemos aquí bajo un sólo concepto.
Esta regla se
aplica a todas ellas ya que se usan con frecuencia como representaciones visibles
de algo invisible.
En Primera
Corintios 10, Pablo nos da un ejemplo del uso bíblico de un suceso histórico como
símbolo de una verdad espiritual:
1 Corintios 10:1-11
1 Porque no quiero,
hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y
todos pasaron el mar;
2 y todos en Moisés
fueron bautizados en la nube y en el mar,
3 y todos comieron
el mismo alimento espiritual,
4 y todos bebieron
la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía,
y la roca era Cristo.
5 Pero de los más
de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.
6 Mas estas cosas
sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas,
como ellos codiciaron.
7 Ni seáis
idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a
comer y a beber, y se levantó a jugar.
8 Ni forniquemos,
como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil.
9 Ni tentemos al
Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las
serpientes.
10 Ni murmuréis,
como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.
11 Y estas cosas
les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a
quienes han alcanzado los fines de los siglos.
Aquí Pablo nos dice
que todo lo que pasó Israel en el desierto fue un ejemplo para nosotros.
Este pasaje
específico podemos interpretarlo así debido a que Pablo dio esa explicación
bajo la inspiración del Espíritu Santo; pero no debemos aprovechar para alegorizar
todas las Escrituras; ese es un problema de muchas sectas, que alegorizan todo
lo que dice la Biblia sin darse cuenta que debemos leerla como está escrita.
Esta regla es la
debemos usar para aplicarla a las alegorías.
Por ejemplo; cuando
Pablo desarrolló su tema de la justificación por la fe en Cristo Jesús aparte
de la Ley, Epístola a los Gálatas, se vale de una alegoría para enfatizar su
argumento.
No solamente alegoriza
a Sara y Agar, sino que nos dice que lo está haciendo: "Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la
esclava, el otro de la
libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de
la libre, por la promesa.
Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos
pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste
es Agar" (Gálatas 4:22-24).
Pablo elaboró estas
interpretaciones del Antiguo Testamento bajo la inspiración del Espíritu Santo;
pero no era algo que hiciera todo el tiempo; lo hacía sólo por razones
específicas.
Pero si nosotros
empezamos alegorizar todos los hechos históricos estaríamos desvirtuando la
interpretación literal de la Biblia y alterando los propósitos de su autor.
El objetivo del
estudio bíblico es comprender el significado que tuvo en mente el escritor y no
meter en sus palabras nuestras propias ideas en cuanto a su significado.
Nuestra aplicación
siempre debe surgir naturalmente, sin ser forzada, del suceso o hecho histórico
sin cambiar para nada el significado que tuvo en mente el escritor.
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