Como dice un viejo dicho, no hay nada nuevo bajo el sol; las mismas cosas que aparecen el día de hoy como novedosas, no son más que copias de sectas antiguas. Veamos las sectas de la antigüedad y comparemos con las de la actualidad, esto nos permitirá entender lo que creemos.
En esta serie veremos 12 sectas que trajeron falsa doctrina en los inicios del cristianismo, no son todas pero si las que trajeron mayores problemas a la iglesia que recién empezaba.
1. Docetismo (70 – 170 DC)
Esta es una herejía gnóstico que aparece durante el primer siglo del cristianismo que Juan combatió en su primera epístola.
La herejía docética toma este nombre de la raíz griega dokéō, que significa“parecer o parecerle a uno”.
Según esta creencia, Jesús no era humano porque no tenía un cuerpo humano. Su humanidad era una ilusión porque Jesús era sólo divino.
Afirmaban que Cristo no sufrió la crucifixión, ya que su cuerpo sólo era aparente y no real. Incluso el filósofo gnóstico Basílides para poder explicar el traslado de la cruz, afirmaba que fue Simón de Cirene y no Cristo quien la cargó.
El docetismo fue un error con muchas variaciones acerca de la naturaleza de Cristo. Generalmente, éste enseñaba que Jesús sólo parecía tener un cuerpo y que no era realmente encarnado.
Este error veía a la materia como intrínsecamente maligna, que Dios no podía estar asociado con la materia y de que Dios, siendo perfecto e infinito, no podía sufrir. Por lo tanto, Dios por ser la Palabra, no podía haber venido en carne de acuerdo a Juan 1:1,14: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios…Y la Palabra se convirtió en carne y habitó entre nosotros…”
Esta negación de la verdadera encarnación significaba que Jesús en realidad no sufrió en la cruz y por lo tanto no se levantó de los muertos.
Es esta idea la que el apóstol Juan quiere desestimar cuando escribe: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (1 Juan 1:1).
Esta herejía tiene su raíz en la influencia platónica, que afirma que las ideas son las únicas realidades y que nuestro mundo es sólo un reflejo, una imagen; además, se nutría de la idea, hasta cierto punto generalizada en aquella época, de que la materia era corrupta, como enseñaban los griegos: "el cuerpo es la cárcel del espíritu".
La doctrina docética, enraizada también en el dualismo gnóstico, dividía los conceptos de cuerpo y espíritu, atribuyendo al cuerpo todo lo temporal, ilusorio y corrupto y al espíritu todo lo eterno, real y perfecto; por ese motivo es que sostenían que el cuerpo de Cristo fue tan sólo una ilusión y que, de igual modo, su crucifixión existió más que como una apariencia.
El Islam también conserva este punto de vista y sostiene que el cuerpo del profeta Isa (el nombre con que conocen a Jesucristo) sólo fue crucificado como una ilusión.
El principio básico del Docetismo fue refutado por el Apóstol Juan en 1 Juan 4:2-3: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.”
En 2 Juan 7 también refuta esta doctrina: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.”
Ignacio de Antioquia escribe a la iglesia de Esmirna que Jesucristo "es verdaderamente del linaje de David según la carne, pero Hijo de Dios por la voluntad y poder divinos, verdaderamente nacido de una virgen y bautizado por Juan para que se cumpliera en Él toda justicia, verdaderamente clavado en cruz en la carne por amor a nosotros bajo Poncio Pilato y Herodes el Tetrarca (del cual somos fruto, esto es, su más bienaventurada pasión); para que Él pueda alzar un estandarte para todas las edades por medio de su resurrección, para sus santos y sus fieles, tanto si son judíos como gentiles, en el cuerpo único de su Iglesia. Porque Él sufrió todas estas cosas por nosotros [para que pudiéramos ser salvos]; y sufrió verdaderamente, del mismo modo que resucitó verdaderamente; no como algunos que no son creyentes dicen que sufrió en apariencia, y que ellos mismos son mera apariencia. Y según sus opiniones así les sucederá, porque son sin cuerpo y como los demonios".
El Docetismo fue finalmente condenado en el Concilio de Calcedonia en 451.
2. Ebionismo (70 – 325 DC)
Esta es otra secta gnóstica que decía que Jesús fue un hombre que recibió el Espíritu de Dios cuando se fue bautizado por Juan en el rió Jordán. Entonces el Espíritu de Dios puso en él poder de lo alto para hacer la obra mesiánica. Jesús fue un hombre con un espíritu dotado.
Su nombre se deriva del término hebreo ebion, que significa "pobre".
Esta corriente del cristianismo primitivo es el nombre con el que eran conocidas algunas comunidades cristianas primitivas que se mantenían fieles a la Ley mosaica, cumpliendo preceptos judíos tales como la circuncisión, el sábado, las prohibiciones alimenticias, entre otras.
También tenían una cristología incorrecta afirmaban que Jesús era el Mesías ("Cristo"), pero rechazaban su preexistencia, que tuviera naturaleza divina y también rechazaban su nacimiento virginal.
Consideraban sagrados los libros del Tanaj (Antiguo Testamento) y un Evangelio escrito en Hebreo, que era considerado como el verdadero Evangelio de Mateo (porque no era exactamente igual al Evangelio según Mateo en Griego), al que llamaban "Evangelio según los Hebreos".
Rechazaban tajántemente los escritos del apóstol Pablo, porque lo consideraban un apóstata de la Ley.
En el año 140 DC., Justino Mártir describe una secta alejada de la iglesia que observa la Ley de Moisés, y que la sostienen como obligación universal.
En el 180 DC., Ireneo de Lyon fue el primero en usar el término "Ebionitas" para describir esta secta herética y judaizante, que calificaba como tercamente aferrados a la ley.
En esta secta vemos ideas de muchas sectas actuales, el hecho de que Jesús era un hombre y no Dios, pero por su bautismo con Juan fue dotado para su obra mesiánica me recuerda a los Pare de Sufrir, y a los Testigos de Jehová, su terco aferramiento a la ley me recuerda a los adventistas y otras sectas.
3. Monarquismo Dinámico (II siglo)
Esta falsa doctrina decía que Jesús en su naturaleza no era Dios; afirmaban que Dios existió en Jesús como existe en nosotros; es decir, Jesús era un ser inferior y subordinado a Dios; un ser humano que llegó a ser el Hijo de Dios a causa de la sabiduría divina o el Logos que habitaba en El.
El Monarquismo Dinámico o Dinamista, fue sucesor del ebionismo, que afirmaba que Jesús era el judío elegido como Mesías por Dios, y por los alogos o alogi, que habían rechazado tanto la doctrina sobre el LOGOS como la doctrina del Espíritu Santo, no dejando así aparentemente lugar alguno para una diferenciación en Dios, es decir eran antitrinitarios.
Según el monarquianismo dinámico, existía en el ser humano llamado Jesús una fuerza impersonal (dunamis) que provenía de Dios. Este poder no constituía una diferenciación personal entre Dios y el ser humano Jesús, sino que se trataba de la presencia impersonal del Único Dios.
Teodoto, el curtidor de Bizancio que se traslado a Roma y fue excomulgado allí por el 195 DC., hizo hincapié en la naturaleza y vida humana de Jesús, así como los relatos de los sinópticos.
Enseñó que Jesús fue dotado en su bautismo de un poder sobrenatural. Aceptaba el nacimiento milagroso y la resurrección de Jesús, pero rehusaba aplicarle el titulo de Dios.
Artemon de Roma reconocía el nacimiento sobrenatural, la superior virtud, la falta de pecado y la dignidad única de Jesús, pero llego a la conclusión de que era un ser humano y no Dios.
El monarquianismo dinámico llego a su mayor expresión con Pablo de Samosata, el obispo de Antioquia cuyas enseñanzas fueron condenadas por un sínodo en Antioquia en 269.
Sostenía la unipersonalidad de Dios y negaba la existencia de una hupostasis del logos o de la sabiduría de Dios. El logos, el Hijo y el Espíritu eran entendidos como atributos de Dios.
Al decir esto, Jesús no era Dios sino un mero hombre, en el cual el logos, una Dunamis (Fuerza) impersonal proyectada por Dios desde la eternidad, tomó morada en Jesús y creció en el transcurso de su desarrollo hasta que finalmente por su medio obtuvo cierto grado de divinidad. Sin embargo, la única unión existente entre Jesús y Dios era moral