lunes, 13 de agosto de 2018

12 Sectas en los Inicios del Cristianismo - Parte 2



En esta enseñanza veremos como nacieron alguna de las doctrinas heréticas de este tiempo, aunque fueron condenadas en su tiempo reaparecieron para la formación de sectas unicitarias como Solo Jesús o los Testigos de Jehová.

4. Patripasianismo (III siglo)

Esta enseñanza decía que el Padre se encarnó, sufrió, y murió; es decir. El Padre se convirtió en su propio hijo.

Esta doctrina propuso un monoteísmo de Dios Padre en relación con el cual Jesús fue visto como un simple hombre que fue dotado con el Espíritu Santo.

Esta opinión fue refutada por Hipólito, que condenó la enseñanza como un intento innovador para racionalizar la Escritura de acuerdo a los sistemas de lógica Helénica (más probable que impartido por el filósofo y médico Galeno).

Era una forma más avanzada del monarquismo dinámico. Al despersonalizar al Logos simplemente como el raciocinio de Dios, los llevó a formular una doctrina de la igualdad del Logos y el Padre que niega completamente la subsistencia personal de la Palabra preencarnada; además enseñaban que el Espíritu Santo no es una persona, sino simplemente una manifestación de la gracia del Padre.

Creo que podríamos nombrar más de una secta que piensan así hoy.


5. Modalismo-Sabelianismo (III siglo)

Esta secta enseñaba que existen tres modos del Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Sólo existe un Dios y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son distintos porque son tres manifestaciones de un solo Dios.

El Modalismo es un término usado para describir una posición estrictamente monoteísta presente en los cristianos de los primeros siglos, donde Dios es definido como un Espíritu Único e Indivisible, que se manifiesta al hombre de diversos modos y que fue manifestado en carne como Jesucristo con el propósito de redimir al hombre.

Las ideas modalistas alcanzaron una difusión notable entre los cristianos de los siglos II y III, ya que Tertuliano, que era trinitario, escribió una de sus principales obras teológicas, Contra Praxeas, específicamente para refutar esta doctrina. Fue en este documento donde Tertuliano utilizó por vez primera el término Trinidad.

En la obra "Contra Práxeas", Tertuliano reconoció que el modalismo era la creencia dominante de su tiempo. En el capítulo III de esta obra (capítulo titulado "varios de los miedos y prejuicios populares") expuso que el modalismo constituía la creencia de la mayoría de creyentes de finales del siglo II y principios del siglo III.

El modalismo, también fue conocido como monarquianismo modalístico. La palabra monarca, enfatizaba que el Rey del universo es uno solo, y modalismo que Dios se ha manifestado al hombre de diversos modos. El monarquianismo modalístico identificaba a Jesucristo como Dios mismo (el Padre) manifestado en carne.

Esta doctrina está presente el día de hoy, pareciéndose a la doctrina trinitaria, pero diferenciándose en el hecho de que hablan de un solo Dios en sus tres modos, en lugar de un solo Dios pero en tres personas.


6. Arrianismo (III a IV siglo)

La enseñanza principal de este grupo era que Jesús era menor de Dios pero más alto que el hombre. Así que fue la primera creación de Dios. Jesús era semidivino.

El arrianismo es el conjunto de doctrinas cristianas desarrolladas por Arrio, sacerdote de Alejandría, probablemente de origen libio, así como por algunos de sus discípulos y simpatizantes.

Según la teología arriana, Cristo era la primera criatura creada por Dios, pero no era Dios en sí mismo. Una vez que la Iglesia definió el dogma de la divinidad del Hijo y, posteriormente, de la Trinidad, el arrianismo fue condenado como una herejía.

Este término también se utiliza en ocasiones de forma inexacta para aludir a aquellas doctrinas que expresen negación de la naturaleza divina de Jesús.

El conflicto que entrañaban las enseñanzas y predicaciones de Arrio radicaba en el modo en que configuraba las relaciones entre Dios y su Hijo, el Verbo hecho Hombre.

Según los arrianistas, el Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad, no gozaba de la misma esencia del Padre, sino que se trataba de una divinidad subordinada o de segundo orden, puesto que había sido engendrado como mortal, afirmación que se fundamentaba en antiguos escritos del cristianismo y en especial en algunos comentarios de Orígenes.

Para Arrio y sus seguidores, la esencia de Dios, fuente rectora del cosmos, creadora y no originada, existe por la eternidad; convertía al Verbo en una criatura que gozaba de la condición divina, en efecto, pero en cualquier caso en la medida en que el Verbo participaba de la gracia, y siempre subordinado al Padre y a su voluntad.

Las enseñanzas de Arrio fueron condenadas en el año 325 en el primer Concilio ecuménico de Nicea. Los 318 obispos reunidos allí redactaron un credo que establecía que el Hijo de Dios era “concebido, no hecho”, y consustancial (en griego, homoousios, de la misma sustancia) con el Padre; esto es, el Hijo formaba parte de la Trinidad, no de la creación. Previamente, ningún credo había sido aceptado con carácter universal por todas las iglesias. La condición del nuevo credo como dogma fue confirmada por prohibiciones en contra de la enseñanza de Arrio.

A pesar de su condena, la enseñanza de Arrio no se extinguió. En parte se debía a la interferencia de las políticas imperiales. El emperador Constantino I revocó la orden de exilio que pesaba sobre Arrio alrededor del 334. Poco después, dos personas influyentes salieron en defensa del arrianismo: el nuevo emperador, Constancio II, que se vio atraído por la doctrina arriana, y el obispo y teólogo Eusebio de Nicomedia, posteriormente patriarca de Constantinopla, también se convirtió en líder arriano.

En el año 359 el arrianismo había prevalecido y se convirtió en la fe oficial del Imperio. Sin embargo, las luchas internas dividieron a los arrianos en dos partidos. Los arrianos moderados consistían sobre todo en obispos del este conservador, quienes básicamente se pusieron de acuerdo con el credo de Nicea pero dudaban acerca del término improvisado homoousios (consustancial) utilizado en el credo. Los neoarrianos defendían que el Hijo tenía una esencia diferente (en griego heteroousios), o que no se asemejaba, al Padre (en griego anomoios). Este grupo también incluía el Neumatómacos (combatientes en contra del Espíritu), quienes afirmaban que el Espíritu Santo es una criatura como el Hijo. Con la muerte de Constancio II en 361, y el reinado de Valente, quien persiguió a los moderados, se había abierto una vía para que la ortodoxia de Nicea obtuviera la victoria final, reconocida por el emperador Teodosio en el año 379 y reafirmada en el Segundo Concilio Ecuménico (Constantinopla I) celebrado en 381.


7. Apolinarianismo (IV siglo)

Según este grupo, Jesús no tenía una mente humana. Su sitio fue reemplazado por el “Logos”. Jesús era divino pero tenía una naturaleza humana.

Esta herejía le debe su nombre a que fue enseñada por Apolinario el Joven, obispo de Laodicea en Siria alrededor del año 361.

Enseñaba que el Logos de Dios, el cual se convirtió en la naturaleza divina de Cristo tomó el lugar de Su alma humana racional; mientras que Su cuerpo fue una forma glorificada de la naturaleza humana.

En otras palabras, aún cuando Jesús era un hombre, Él no tenía una mente humana, sino que era exclusivamente divina.

Apolinario enseñó que las dos naturalezas de Cristo no podían existir dentro de una persona. Su solución era menoscabar la naturaleza humana de Cristo.

Esta herejía niega la verdadera y completa humanidad en la persona de Jesús, lo cual pone en peligro el valor de la expiación ya que en ésta, Jesús es declarado tanto Dios y hombre para poder llevar a cabo este acto.

Él necesitaba ser Dios para ofrecer un sacrificio puro y santo de valor suficiente; y necesitaba ser un hombre para poder morir por los hombres.

Jesús es totalmente Dios y hombre. Esto se conoce como la Unión Hipostática.

Juan 1:1, 14 es bien claro: “En el principio era el verbo, y el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios…y y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…”; y Colosenses 2:9 lo confirma: “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad.”

Lo más ilógico de esta doctrina, es que cuando Apolinario negó que Cristo tenga un alma humana cambiando su lugar por el Logos divino; Jesús vino a ser humano sólo en dos partes.

El consideraba el alma humana como el asiento del pecado; entonces, como Cristo no tenía pecado, no podía haber poseído un alma humana.

Esta teoría fue condenada por el Concilio de Constantinopla en el 381 DC.

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