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martes, 1 de septiembre de 2020

El Infierno en los escritos de los Padres Apostólicos y Apologistas del Siglo I y II

Recientemente estoy oyendo de varios ministros, que curiosamente son preteristas, incluso algunos que conozco personalmente, están negando la realidad del infierno, veamos lo que opinaban los llamados Padres Apostólicos, del primero y segundo siglo, acerca del infierno.

En esta enseñanza veremos que creyeron los llamados Padres Apostólicos (discípulos y discípulos de los discípulos de los apóstoles) y los apologistas cristianos de Siglo I y II acerca del infierno.

Veremos como es que ellos tenían bien claro que el infierno era un lago de fuego inextinguible para tormento eterno de las personas que rechazaban a Jesús.


Ignacio de Antioquía

Obispo de Antioquia, martirizado en Roma (devorado por los leones) en tiempos del emperador Trajano (98-117). Se conservan de él las siete cartas que escribió camino al martirio aproximadamente en el año 107. 

Ignacio habla de cómo aquellos que mueran en pecado irán al fuego inextinguible:

Hermanos míos, no os engañéis, los adúlteros no heredarán el Reino de Dios. Pues si los que obraron esto según la carne murieron ¡Cuánto más si corrompe en mala doctrina la fe de Dios por la que Jesucristo fue crucificado!. Éste, por ser impuro, irá al fuego inextinguible, así como el que lo escucha. Por eso el Señor tomó ungüento sobre su cabeza para inspirar a la Iglesia incorrupción. No os unjáis con la fétida doctrina del príncipe de este mundo para que no os lleve cautivos lejos de la vida que ha sido propuesta como recompensa. ¿Por qué no somos todos prudentes después de haber alcanzado el conocimiento de Dios que es Jesucristo? ¿ Por qué perecemos neciamente al desconocer la gracia que el Señor verdaderamente ha enviado?

Ignacio de Antioquía, Carta a los efesios, 16-17: FuP 1, 119-121


Justino Mártir

Mártir de la fe cristiana hacia el año 165 (decapitado), es considerado el mayor apologeta del Siglo II.

Porque entre nosotros, el príncipe de los malos demonios se llama serpiente y Satanás y diablo o calumniador, como os podéis enterar, si queréis averiguarlo, por nuestras escrituras; y que él y todo su ejército juntamente con los hombres que le siguen haya de ser enviado al fuego para ser castigado por eternidad sin término, cosa es que de antemano fue anunciada por Cristo

Justino Mártir, Apología I, 28; BAC 116, 209-210

Y no se nos objete lo que suelen decir los que se tienen por filósofos, que no son más que ruido y espantajos lo que nosotros afirmamos sobre el castigo que los inicuos han de sufrir en el fuego eterno."

Justino Mártir, Apología II, 9; BAC 116, 271


Policarpo

Es una carta de la Iglesia de Esmirna a la comunidad de Filomenio donde se narra el martirio de Policarpo, discípulo directo del apóstol San Juan y obispo de Esmirna.

"Fiándose de la gracia de Cristo, despreciaban los tormentos terrenos, librándose del castigo eterno, por medio de una hora. El fuego de los crueles verdugos les era indiferente, pues tenían ante sus ojos el escapar del (fuego) eterno que nunca se apaga, y contemplaban con los ojos de su corazón los bienes que aguardan a los que sufren pacientemente, los cuales ni el oído oyó, ni el ojo vio, ni al corazón del hombre subieron, pero el Señor se los mostró a ellos, porque ya no eran hombres, sino ángeles.

Martirio de Policarpo, 2, 3-4: FuP 1,251


Discurso a Diogneto

Es un breve tratado apologético dirigido a alguien llamado Diogneto quien al parecer había preguntado algunas cosas que le llamaban la atención sobre las creencias y modo de vida de los cristianos: Es de autor desconocido y se estima fue compuesto a finales del siglo II

Entonces, estando en la tierra, contemplarás que Dios ejerce su gobierno en los cielos; entonces comenzarás a hablar de los misterios de Dios; entonces amarás y admirarás a los que son torturados por no querer negar a Dios; entonces condenarás el engaño y el error del mundo, cuando conozcas la vida verdadera del cielo, cuando desprecies lo que aquí parece ser la muerte, cuando temas la verdadera muerte reservada a los condenados al fuego eterno, castigo definitivo de quienes sean entregados. Entonces admirarás y considerarás bienaventurados a quienes soportan el fuego terreno por causa de la justicia, cuando conozcas aquel fuego…”

Discurso a Diogneto, 10,7-8: BPa 52, 568


Atenágoras

Reconocido apologeta cristiano primitivo del siglo II.

Porque si creyéramos que no hemos de vivir más que la vida presenta, cabría sospechar que pecáramos sometidos a la servidumbre de la carne y de la sangre, o dominados por el lucro y el deseo; pero sabiendo como sabemos que Dios vigila nuestros pensamientos y nuestras palabras de noche como de día, y que El es todo luz y mira aun dentro de nuestro corazón; creemos que, salidos de esta vida, viviremos otra mejor, a condición de que permanezcamos con Dios y por Dios inquebrantables y superiores a las pasiones, con alma no carnal, aun en la carne, sino con espíritu celeste; o cayendo con los demás nos espera vida peor en el fuego (porque Dios no nos creó como rebaños o bestias de carga, de paso, y sólo para morir y desaparecer); con esta fe, decimos, no es lógico que nos entregamos voluntariamente al mal y nos arrojemos a nosotros mismos en manos del gran juez para ser castigados”.

Atenágoras, Legación a favor de los cristianos, 31: BAC 116,701-702


Ireneo de Lyon

Fue consagrado obispo de Antioquia por las mismas manos de Pedro y Pablo San según San Crisóstomo (aunque las Constituciones Apostólicas afirman que Pedro consagró a Evodio y Pablo a Ignacio). Eusebio de Cesárea afirma (HE III,22) que sucedió a Evodio (primer obispo de Antioquia) y en su Crónica fija el tiempo de su episcopado entre el ano primero de Vespasiano (70 d.C.) y el décimo de Trajano (107 d.C.).

En el Nuevo Testamento creció la fe de los seres humanos en Dios, al recibir al Hijo de Dios como un bien añadido a fin de que el hombre participara de Dios. De modo semejante se incrementó la perfección de la conducta humana, pues se nos manda abstenernos no sólo de las malas obras, sino también de los malos pensamientos (Mt 15,19), de las palabras ociosas, de las expresiones vanas (Mt 12,36) y de los discursos licenciosos (Ef 5,4): de esta manera se amplió también el castigo de aquellos que no creen en la Palabra de Dios, que desprecian su venida y se vuelven atrás, pues ya no será temporal sino eterno. A tales personas el Señor dirá: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno» (Mt 25,41), y serán para siempre condenados. Pero también dirá a otros: «Venid, benditos de mi Padre, recibid en herencia el reino preparado para vosotros desde siempre» (Mt 25,34), y éstos recibirán el Reino en el que tendrán un perpetuo progreso. Esto muestra que uno y el mismo es Dios Padre, y que su Verbo siempre está al lado del género humano, con diversas Economías, realizando diversas obras, salvando a quienes se han salvado desde el principio -es decir, a aquellos que aman a Dios y según su capacidad siguen a su Palabra-, y juzgando a quienes se condenan, o sea a quienes se olvidan de Dios, blasfeman y transgreden su Palabra.” 

Ireneo, Contra los herejes IV,28,2


Tertuliano

Estrictamente hablando Tertuliano no es considerado un padre de la Iglesia, sino un apologeta y escritor eclesiástico.

Si rehúsas la penitencia pública, medita en tu corazón acerca de la gehena que para ti ha de ser extinguida mediante la penitencia. Imagínate ante todo la gravedad de la pena, a fin de que no vaciles en asumir el remedio. ¿Cómo debemos considerar esta caverna del fuego eterno, cuando a través de algunas de sus chimeneas se producen tales erupciones de vigorosas llamas, que han hecho desaparecer las ciudades cercanas o están a la espera de que esto les ocurra cualquier día? Montes altísimos saltan hechos pedazos a causa del fuego que encierran, y resulta para nosotros un indicio de la perpetuidad de este fuego el hecho de que, por más que estas erupciones quebranten y destrocen las montañas, nunca cesa esta actividad. ¿Quién ante estas conmociones de los montes podrá dejar de considerarlas como un indicio del amenazante juicio? ¿Quién podrá pensar que tales llamaradas no sean una especie de armas arrojadizas que provienen de un fuego colosal e indescriptible?"

Tertuliano, De la penitencia, 12: PL 1,1247


Cipriano de Cartago

Cipriano nació hacia el año 200, probablemente en Cartago, de familia rica y culta. Se dedicó en su juventud a la retórica. El disgusto que sentía ante la inmoralidad de los ambientes paganos, contrastado con la pureza de costumbres de los cristianos, le indujo a abrazar el cristianismo hacia el año 246. Poco después, en 248, fue elegido obispo de Cartago. Al arreciar la persecución de Decio, en 250, juzgó mejor retirarse a un lugar apartado, para poder seguir ocupándose de su grey.

Que gloria para los fieles habrá entonces, qué castigo para los no creyentes, qué dolor para los infieles no haber querido creer en otro tiempo en este mundo y no poder volverse ahora atrás y creer. La gehena siempre en llamas y un fuego devorador abrasará a los que allí vayan, y no tendrán descanso sus tormentos ni fin en ningún momento. Serán conservadas las almas con los cuerpos para sufrir con inacabables suplicios. Allí veremos siempre al que aquí nos miró por un tiempo, y el breve placer que tuvieron los ojos crueles en las persecuciones será contrapesado por el espectáculo sin fin, según el testimonio de la Sagrada Escritura, cuando dice> Su gusano no morirá, y su fuego no se extinguirá, y servirán de espectáculo a todos los hombres. Entonces será baldío el arrepentimiento, vanos los gemidos y sin eficacia los ruegos. Tarde creen en la pena eterna los que no quisieron creer en la vida eterna.”

Cipriano, A Demetriano, 24: BAC 241, 292-293


Ricardo Botto



domingo, 30 de agosto de 2020

Andrew Wommack enseña sobre el Infierno y el Universalismo

Recientemente me he encontrado con la sorpresa que algunos ministros, que en un tiempo fueron sólidos en las Escrituras, incluso alguno mi maestro de la Escuela Bíblica se han desviado, y empezado a negar la existencia del infierno y adoptado el Universalismo.

Por este motivo reproduzco este artículo que traduje hace 7 años de Andrew Wommack.


Una Mirada de Andrew Wommack sobre el Universalismo


La palabra evangelio significa buena noticia, y no es una buena noticia el decirles a las personas que van a ir infierno. Sin embargo, hay un infierno para los que no aceptan la oferta de la gracia de Dios, y creo que es importante que la gente entienda esto.

Estoy horrorizado con la doctrina de la "reconciliación definitiva", o "universalismo", que se ha colado actualmente en el cuerpo de Cristo. Esta doctrina enseña que Dios en última instancia, reconciliará a todos con sí mismo, inclusive el diablo y los demonios. Algunas variaciones de esto dicen que el infierno es sólo un estado mental y no un lugar real o que los que están en el infierno sólo van a sufrir el castigo por un tiempo limitado. Nada podría estar más lejos de la verdad.

Mientras oraba acerca de esto, el Señor me recordó que la fe viene por el oír la Palabra de Dios (Rom. 10:17) . Entonces me preguntó: "¿Cuándo es la última vez que enseñaste las Escrituras sobre el infierno?" Me di cuenta de que nunca había enseñado un mensaje entero sobre el infierno. Ciertamente creo que existe y lo he mencionado, pero nunca he enseñado sobre el infierno.

Siempre estoy haciendo hincapié en el amor incondicional y la gracia de Dios. No me disculpo por eso. Eso es lo que me cambió la vida. Estoy emocionado con el amor de Dios por mí. Pero la comprensión de la justicia y la ira de Dios contra el pecado me hace apreciar aún más mi salvación. Trivializar el pecado nos bloquea de recibir una revelación plena del amor de Dios (Lucas 7:47). Por lo tanto, aquí va mi enseñanza sobre el infierno.

Dios no se limitó a mirar hacia otro lado o cambiar su actitud hacia el pecado. Él pagó por nuestros pecados en su totalidad a través del sacrificio de su Hijo (2 Cor. 5:21). Cualquier persona que rechaza o ignora un sacrificio tan grande pasará la eternidad pagando por eso.

El pecado tiene que ser juzgado (Rom. 6:23), y fue juzgado, en la carne de Jesús (1 Ped. 2:24). Pero aquellos que no hacen a Jesús su Señor tendrán que pagar en el infierno por cometer el pecado más grande de todos; el rechazar el sacrificio de Jesús (Juan 16:8-9).

El sacrificio que Jesús hizo fue infinitamente más grande que nunca hemos imaginado. La Biblia no solo nos enseña que Él no fue reconocible como ser humano (Is. 52:14), mientras fue colgado de la cruz, sino que también enseña que en realidad se convirtió en pecado (2 Cor . 5:21).

Justo antes de morir, Jesús dijo: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mateo 27:46). Dios abandonó a Jesús. No podía mirar el pecado que Jesús se había hecho. Y si Él abandonó a su Hijo, ¿qué posibilidades tendría cualquiera de nosotros? Por eso, para aquellos que tontamente ignoran este gran sacrificio, hay un verdadero infierno.

En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea seol fue traducida "infierno" treinta y un veces y "sepultura" treinta y un veces. Casi cada vez que se traduce "sepultura", se está hablando del lugar donde los justos van después de morir, y cuando se traduce "infierno", habla sobre el destino de los impíos .

Antes de la resurrección de Jesús, todo el mundo iba al centro de la tierra al morir. Se separaba en dos compartimentos. Uno era llamado el "seno de Abraham" o "paraíso", mientras que el otro era llamado "infierno", un lugar de tormento (Lucas 16:23-28).

En la historia de Lázaro y el hombre rico, el rico le habló a Abraham desde el infierno, el lugar de tormento. Lucas 16:22-26 dice:

"Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá." 

Hay mucho que podemos aprender de este pasaje. Por un lado, deja en claro que en el seol, o en el infierno, los que estaban en el tormento podía ver a aquellos que estaban al otro lado del abismo. Podían oír, tener sed, sentir dolor y tristeza, e incluso comunicarse con los de paraíso. Pero la única cosa que la gente en el infierno nunca será capaz de hacer es morir.

Después de la resurrección, las cosas acerca del infierno fueron cambiadas. Jesús fue al infierno, tomó las llaves del infierno y de la muerte (Apocalipsis 1:18), y liberó a los cautivos, los que estaban en el seno de Abraham.

Efesios 4: 9-10 dice: "Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo."

Después de derrotar al demonio y liberar a los cautivos, Jesús tomó a los que estaban en el seno de Abraham al cielo con él, donde todos los creyentes van ahora. Pero no vamos a vivir en el cielo para siempre. Sólo viviremos en el cielo hasta el fin del mundo. Entonces Dios va a hacer un nuevo cielo y una nueva tierra, y todos los creyentes vivirán allí con Jesús en la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:1-4) .

Después de eso, el infierno ya no estará en el centro de la tierra, sino será lanzado a un lugar que la Biblia llama el lago de fuego (Apocalipsis 20:14), un lugar que fue preparado para Satanás y sus ángeles (Mateo 25:4).

En Mateo 25, leemos la historia de las naciones que vienen al Señor ante su trono donde Él divide las ovejas de los cabritos.

En Mateo 25:34, Él le dijo a los justos: "Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo."

Pero para los injustos les dijo: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mateo 25:41).

A pesar de que nunca fue pensado para el hombre, el infierno es un lugar horrible donde los que rechazan este sacrificio tan grande se unirán el diablo y sus ángeles por la eternidad (Apocalipsis 20:10) .

La Escritura, en Lucas, también muestra que las personas que Dios honra no son necesariamente las mismas personas que el mundo honra (Lucas 16:15). Este hombre rico tenía un hermoso hogar, ropa de lujo, y lo mejor de todo. Lo tenía todo, pero nunca le mostró el mendigo misericordia alguna. Cuando murió, les garantizo que él tuvo un funeral de lujo. Miles de personas se habrán reunido, todos hablando de lo grande que fueron sus logros.

Sin embargo, la Biblia sólo dice que fue sepultado, se pudrió en la tumba. Por otra parte, el mendigo que estaba entre los más despreciados de la tierra fue llevado por los ángeles. ¿En cuál de los dos hubieras preferido haber estado? El ver esto desde una perspectiva eterna, hace que el sufrimiento de este mundo palidezca en comparación con lo que Dios ha preparado para nosotros (Rom. 8:18).

Es por eso que tenemos una sección de un muro en la Escuela Bíblica Charis, Colorado, dedicado a los que llamamos "Héroes de la Fe". Estos son los graduados, como los directores de las escuelas de extensión, que están dando sus vidas desinteresadamente para llevar este mensaje alrededor del mundo. Creo que estas son las personas que Dios honra, y que nos serviría a todos nosotros hacer lo mismo (1 Sam . 2:30).

También podemos ver en las Escrituras que no hay segundas oportunidades. No hay purgatorio, como enseña la Iglesia Católica. No hay reconciliación final. En la tierra, el hombre rico rechazó a Dios y se fue directamente al infierno. Cuando el rico pidió clemencia, Abraham no pudo hacer nada. No habrá misericordia, ni esperanza, ni ningún tipo de bondad en el infierno, nunca.

No hay ninguna sola persona en esta tierra que se merezca algo bueno de Dios. Y no hay absolutamente nada de la gente pueda hacer para ganar Su favor. Si esto te ofende, entonces acabas de experimentar el tropiezo de la cruz (Gálatas 5:11). En comparación con los estándares de Dios, la justicia del hombre no es mejor que los trapos de inmundicia (Is. 64:6). Pero Dios ama tanto al hombre que envió a Jesús, el Cordero sin mancha, como sacrificio por el pecado.

Si Jesús murió por los pecados pasados, presentes y futuros, cosa que Él lo hizo, entonces, ¿que determina si pasaremos la eternidad con Él o en el infierno? La Biblia deja en claro que el Espíritu Santo nos convence de un pecado , y que ese único pecado es el que hará que la gente vaya ir al infierno. Ese es el pecado de rechazar el sacrificio de Jesucristo.

"Y cuando él [el Espíritu Santo] venga, convencerá al mundo de pecado [singular], de justicia y de juicio: De pecado, por cuanto no creen en mí" (Juan 16:8-9 , anotaciones mías).

Por decir lo menos, el evitar el infierno es algo grande. Sin embargo, lo que Jesús hizo en la cruz es mucho más que evitar el infierno.



Traducido por Ricardo Botto

jueves, 14 de junio de 2018

El Infierno en los escritos de los Padres Apostólicos y Apologistas del Siglo I y II

El Infierno en los escritos de los Padres Apostólicos y Apologistas del Siglo I y II



En esta enseñanza veremos que creyeron los llamados Padres Apostólicos (discípulos y discípulos de lo discípulos de los apóstoles) y los apologistas cristianos de Siglo I y II acerca del infierno.

Veremos como es que ellos tenían bien claro que el infierno era un lago de fuego inextinguible para tormento eterno de las personas que rechazaban a Jesús.

Ignacio de Antioquía

Obispo de Antioquia, martirizado en Roma (devorado por los leones) en tiempos del emperador Trajano (98-117). Se conservan de él las siete cartas que escribió camino al martirio aproximadamente en el año 107. 

Ignacio habla de cómo aquellos que mueran en pecado irán al fuego inextinguible:

Hermanos míos, no os engañéis, los adúlteros no heredarán el Reino de Dios. Pues si los que obraron esto según la carne murieron ¡Cuánto más si corrompe en mala doctrina la fe de Dios por la que Jesucristo fue crucificado!. Éste, por ser impuro, irá al fuego inextinguible, así como el que lo escucha. Por eso el Señor tomó ungüento sobre su cabeza para inspirar a la Iglesia incorrupción. No os unjáis con la fétida doctrina del príncipe de este mundo para que no os lleve cautivos lejos de la vida que ha sido propuesta como recompensa. ¿Por qué no somos todos prudentes después de haber alcanzado el conocimiento de Dios que es Jesucristo? ¿ Por qué perecemos neciamente al desconocer la gracia que el Señor verdaderamente ha enviado?

Ignacio de Antioquía, Carta a los efesios, 16-17: FuP 1, 119-121

Justino Mártir

Mártir de la fe cristiana hacia el año 165 (decapitado), es considerado el mayor apologeta del Siglo II.

Porque entre nosotros, el príncipe de los malos demonios se llama serpiente y Satanás y diablo o calumniador, como os podéis enterar, si queréis averiguarlo, por nuestras escrituras; y que él y todo su ejército juntamente con los hombres que le siguen haya de ser enviado al fuego para ser castigado por eternidad sin término, cosa es que de antemano fue anunciada por Cristo

Justino Mártir, Apología I, 28; BAC 116, 209-210

Y no se nos objete lo que suelen decir los que se tienen por filósofos, que no son más que ruido y espantajos lo que nosotros afirmamos sobre el castigo que los inicuos han de sufrir en el fuego eterno."

Justino Mártir, Apología II, 9; BAC 116, 271

Policarpo

Es una carta de la Iglesia de Esmirna a la comunidad de Filomenio donde se narra el martirio de Policarpo, discípulo directo del apóstol San Juan y obispo de Esmirna.

"Fiándose de la gracia de Cristo, despreciaban los tormentos terrenos, librándose del castigo eterno, por medio de una hora. El fuego de los crueles verdugos les era indiferente, pues tenían ante sus ojos el escapar del (fuego) eterno que nunca se apaga, y contemplaban con los ojos de su corazón los bienes que aguardan a los que sufren pacientemente, los cuales ni el oído oyó, ni el ojo vio, ni al corazón del hombre subieron, pero el Señor se los mostró a ellos, porque ya no eran hombres, sino ángeles.”

Martirio de Policarpo, 2, 3-4: FuP 1,251

Discurso a Diogneto

Es un breve tratado apologético dirigido a alguien llamado Diogneto quien al parecer había preguntado algunas cosas que le llamaban la atención sobre las creencias y modo de vida de los cristianos: Es de autor desconocido y se estima fue compuesto a finales del siglo II

Entonces, estando en la tierra, contemplarás que Dios ejerce su gobierno en los cielos; entonces comenzarás a hablar de los misterios de Dios; entonces amarás y admirarás a los que son torturados por no querer negar a Dios; entonces condenarás el engaño y el error del mundo, cuando conozcas la vida verdadera del cielo, cuando desprecies lo que aquí parece ser la muerte, cuando temas la verdadera muerte reservada a los condenados al fuego eterno, castigo definitivo de quienes sean entregados. Entonces admirarás y considerarás bienaventurados a quienes soportan el fuego terreno por causa de la justicia, cuando conozcas aquel fuego…

Discurso a Diogneto, 10,7-8: BPa 52, 568

Atenágoras

Reconocido apologeta cristiano primitivo del siglo II.

Porque si creyéramos que no hemos de vivir más que la vida presenta, cabría sospechar que pecáramos sometidos a la servidumbre de la carne y de la sangre, o dominados por el lucro y el deseo; pero sabiendo como sabemos que Dios vigila nuestros pensamientos y nuestras palabras de noche como de día, y que El es todo luz y mira aun dentro de nuestro corazón; creemos que, salidos de esta vida, viviremos otra mejor, a condición de que permanezcamos con Dios y por Dios inquebrantables y superiores a las pasiones, con alma no carnal, aun en la carne, sino con espíritu celeste; o cayendo con los demás nos espera vida peor en el fuego (porque Dios no nos creó como rebaños o bestias de carga, de paso, y sólo para morir y desaparecer); con esta fe, decimos, no es lógico que nos entregamos voluntariamente al mal y nos arrojemos a nosotros mismos en manos del gran juez para ser castigados”.

Atenágoras, Legación a favor de los cristianos, 31: BAC 116,701-702

Ireneo de Lyon

Fue consagrado obispo de Antioquia por las mismas manos de Pedro y Pablo San según San Crisóstomo (aunque las Constituciones Apostólicas afirman que Pedro consagró a Evodio y Pablo a Ignacio). Eusebio de Cesárea afirma (HE III,22) que sucedió a Evodio (primer obispo de Antioquia) y en su Crónica fija el tiempo de su episcopado entre el ano primero de Vespasiano (70 d.C.) y el décimo de Trajano (107 d.C.).

En el Nuevo Testamento creció la fe de los seres humanos en Dios, al recibir al Hijo de Dios como un bien añadido a fin de que el hombre participara de Dios. De modo semejante se incrementó la perfección de la conducta humana, pues se nos manda abstenernos no sólo de las malas obras, sino también de los malos pensamientos (Mt 15,19), de las palabras ociosas, de las expresiones vanas (Mt 12,36) y de los discursos licenciosos (Ef 5,4): de esta manera se amplió también el castigo de aquellos que no creen en la Palabra de Dios, que desprecian su venida y se vuelven atrás, pues ya no será temporal sino eterno. A tales personas el Señor dirá: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno» (Mt 25,41), y serán para siempre condenados. Pero también dirá a otros: «Venid, benditos de mi Padre, recibid en herencia el reino preparado para vosotros desde siempre» (Mt 25,34), y éstos recibirán el Reino en el que tendrán un perpetuo progreso. Esto muestra que uno y el mismo es Dios Padre, y que su Verbo siempre está al lado del género humano, con diversas Economías, realizando diversas obras, salvando a quienes se han salvado desde el principio -es decir, a aquellos que aman a Dios y según su capacidad siguen a su Palabra-, y juzgando a quienes se condenan, o sea a quienes se olvidan de Dios, blasfeman y transgreden su Palabra.” 

Ireneo, Contra los herejes IV,28,2

Tertuliano

Estrictamente hablando Tertuliano no es considerado un padre de la Iglesia, sino un apologeta y escritor eclesiástico.

“Si rehúsas la penitencia pública, medita en tu corazón acerca de la gehena que para ti ha de ser extinguida mediante la penitencia. Imagínate ante todo la gravedad de la pena, a fin de que no vaciles en asumir el remedio. ¿Cómo debemos considerar esta caverna del fuego eterno, cuando a través de algunas de sus chimeneas se producen tales erupciones de vigorosas llamas, que han hecho desaparecer las ciudades cercanas o están a la espera de que esto les ocurra cualquier día? Montes altísimos saltan hechos pedazos a causa del fuego que encierran, y resulta para nosotros un indicio de la perpetuidad de este fuego el hecho de que, por más que estas erupciones quebranten y destrocen las montañas, nunca cesa esta actividad. ¿Quién ante estas conmociones de los montes podrá dejar de considerarlas como un indicio del amenazante juicio? ¿Quién podrá pensar que tales llamaradas no sean una especie de armas arrojadizas que provienen de un fuego colosal e indescriptible?"

Tertuliano, De la penitencia, 12: PL 1,1247

Cipriano de Cartago

Cipriano nació hacia el año 200, probablemente en Cartago, de familia rica y culta. Se dedicó en su juventud a la retórica. El disgusto que sentía ante la inmoralidad de los ambientes paganos, contrastado con la pureza de costumbres de los cristianos, le indujo a abrazar el cristianismo hacia el año 246. Poco después, en 248, fue elegido obispo de Cartago. Al arreciar la persecución de Decio, en 250, juzgó mejor retirarse a un lugar apartado, para poder seguir ocupándose de su grey.

Que gloria para los fieles habrá entonces, qué castigo para los no creyentes, qué dolor para los infieles no haber querido creer en otro tiempo en este mundo y no poder volverse ahora atrás y creer. La gehena siempre en llamas y un fuego devorador abrasará a los que allí vayan, y no tendrán descanso sus tormentos ni fin en ningún momento. Serán conservadas las almas con los cuerpos para sufrir con inacabables suplicios. Allí veremos siempre al que aquí nos miró por un tiempo, y el breve placer que tuvieron los ojos crueles en las persecuciones será contrapesado por el espectáculo sin fin, según el testimonio de la Sagrada Escritura, cuando dice> Su gusano no morirá, y su fuego no se extinguirá, y servirán de espectáculo a todos los hombres..Entonces será baldío el arrepentimiento, vanos los gemidos y sin eficacia los ruegos. Tarde creen en la pena eterna los que no quisieron creer en la vida eterna.

Cipriano, A Demetriano, 24: BAC 241, 292-293