Sí, hay un verso en la Biblia que se relaciona con la idea de que Juan el Bautista fue el último profeta del Antiguo Testamento. Este verso se encuentra en el Evangelio de Mateo, 11,13, donde Jesús dice: "Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan".
Esta afirmación de Jesús se refiere al hecho de que Juan el Bautista fue el último profeta en la línea de los profetas del Antiguo Testamento. Y notemos que las profecías del Antiguo Testamento apuntaban a Jesús.
En Lucas 24:27, Jesús mientras les hablaba a del mensaje principal de los profetas del Antiguo Testamento. "Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían".
Su mensaje principal era: "El mesías viene, el mesías viene". Es por eso que en el Antiguo Testamento encontramos más de 360 profecías que apuntaban a Jesús.
Por eso En Mateo 11 11 Jesús dijo: De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.
El mensaje de Juan, como el último profeta del Antiguo Testamento, era el mesías ya ha llegado, y es Jesús.
En Juan 1:21 vemos está proclamación final llego cuando Juan ve a Jesús acercándose a él y dice: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"
La misión de los profetas del antiguo testamento había terminado, después de haber anunciado la venida del mesías durante siglos, por fin había llegado.
Después de él, habiendo cumplido la misión de estos profetas, comenzó una nueva etapa en la historia de la salvación con la venida de Jesucristo, quien inauguró el Nuevo Testamento y la era de la gracia.
Es importante tener en cuenta que esta afirmación de Jesús no significa necesariamente que no habría más profetas después de Juan el Bautista. De hecho, en el Nuevo Testamento, se mencionan varios profetas:
La primera mención de un profeta del nuevo pacto la vemos en Hechos 11 27 28: En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio.
Notemos que no era un solo profeta, dice “unos profetas”. De ellos quien sobresalía es Agabo, quien daba a entender un gran hambre sobre la tierra habitada. Lo cual sucedió.
Entonces vemos que un profeta del nuevo pacto puede predecir el futuro.
Un segundo grupo son los profetas de Antioquía que vemos en Hechos 13 1
Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
Aquí vemos un grupo de 6 personas, que eran profetas y maestros. Notemos que su ministerio es muy posterior a la muerte de Juan el Bautista.
Un tercer grupo lo encontramos en Hechos 15, como resultado del problema con los judaizantes, se realizó un concilio en Jerusalén, y habiendo solucionado el problema, enviaron a dos representantes de los apóstoles con una carta para los gentiles.
En Hechos 15 32 vemos: Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras.
Aquí vemos a 2 profetas más, a Judas y a Silas, los vemos en otra función del ministerio del profeta, que es enseñar la Palabra de Dios.
Un cuarto grupo lo vemos en: Hechos 21 8 9: Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.
Aquí vemos a 4 hermanas, hijas de Felipe el evangelista, que profetizaban, no dice que hayan sido profetas, sino que fluían en el don del Espíritu Santo de profecía.
Finalmente veamos uno que ya hemos visto a Agabo, pero dándole una profecía personal al apóstol Pablo.
En Hechos 21 10 al 13 dice: Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles. Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén. Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.
Esto nos enseña algo, cuando se da una profecía personal, el profeta esta fluyendo en el don de palabra de sabiduría, que es una porción del conocimiento de Dios, acerca de un acontecimiento futuro, la cual es muchas veces condicional, dependiendo la decisión que tome la persona.
Pablo tenía dos opciones, ir a Jerusalén y sufrir lo que le dijo el profeta, o podía cambiar de planes e ir a cualquier otro lugar, pero el decidió ir, porque sabía que Dios tenía un propósito mayor, que era ir a roma, y predicarle al césar.
Una cosa más que podemos ver, es que la profecía del profeta confirmó lo que Pablo ya sabía de antemano. La profecía personal del profeta no te trae nada nuevo, confirma lo que tu ya tienes dentro, que puede que quizás no hayas oído bien, pero sabías que dios te movía en esa dirección.
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