martes, 18 de mayo de 2021

Estudio de Primera Tesalonicenses - 16 - La recompensa del ministro

 

1 Tesalonicenses 2:17-20
17 Pero nosotros, hermanos, separados de ustedes por un poco tiempo, en persona pero no en espíritu, estábamos muy ansiosos y procurábamos, con profundo y ferviente deseo de ir a verlos para ver su rostro.
18 Porque queríamos ir y era nuestra voluntad estar con ustedes, al menos yo mismo, Pablo, más de una vez; pero Satanás nos ha obstaculizado y lo ha impedido.
19 Porque en resumidas cuentas ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo son ustedes, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?
20 Porque ustedes son nuestra gloria y nuestro gozo.

En este pasaje podemos ver el corazón de Pablo hacia los tesalonicenses. Él que en ese momento se encontraba en Corinto, anhelaba ardientemente volver a estar con ellos, aunque en ese momento Satanás se lo había impedido. Pero como hemos visto en los versos anteriores, el testimonio de su andar con el Señor, hacía que él se gloríe en ellos.

De la primera parte de este pasaje, Clarke escribe: "Siendo separado de ustedes por un corto tiempo - Debido a la persecución provocada por los judíos, ver Hechos 17, se vio obligado a dejar Tesalónica y ceder a una tormenta que hubiera sido inútil para él haber resistido".

Como hemos visto antes, Pablo solo pudo estar 3 semanas en Tesalónica por la persecución que provocaros los judíos.

Robertson añade: "En presencia, no en corazón (prosōpōi ou kardiāi). Caso locativo. Prosōpon, palabra antigua (pros, ops, delante del ojo, cara) para cara, mirada, persona. Literalmente, cara o persona. Su corazón estaba con ellos, aunque ya no vieron su rostro. El corazón, originalmente kardia, es el hombre interior, el asiento de los afectos y propósitos, no siempre en contraste con el intelecto (nous). “Fuera de la vista, no fuera de la mente” (Rutherford)".

Aunque no podía verlos físicamente, Pablo los llevaba muy dentro de si, en su corazón, y anhelaba profundamente estar con ellos.

Clarke dice de esto: "Procurábamos más abundantemente: su separación de ellos no destruyó sus sentimientos paternos, y la forma en que se vio obligado a dejarlos aumentó su deseo de visitarlos lo antes posible".

Pablo sigue hablando de la insistencia con que quería verlos,

Spence nos dice: "Por tanto, habríamos venido a vosotros, al menos yo, Pablo. Pablo se distingue, porque con toda probabilidad sus compañeros, Silas y Timoteo, habían estado en Tesalónica después de que él la dejó".

Pero Satanás obstaculizó ese deseo profundo de Pablo.

McGee escribe de esto: "Pablo tuvo discernimiento espiritual para ver que fue la estrategia de Satanás lo que le impidió ir a Tesalónica. La palabra Satanás en realidad significa "adversario"".

A pesar de los obstáculos, Pablo veía a los tesalonicenses como su marca en el ministerio.

Dods escribe de esto: "¿Cuál es nuestra corona de regocijo? Así como el vencedor en los juegos podía apuntar a su corona como prueba de sus poderes, así Pablo podía apuntar a las iglesias gentiles como prueba del ministerio".

Pablo se regocija que en la segunda venida de Jesús el fruto de su ministerio se ira con él.

McGee no dice: "Pablo dice que una de las grandes cosas que anticipa cuando Cristo venga a llevarse a su iglesia será la oportunidad de ver a estas personas a quienes ha conducido al Señor. Los creyentes tesalonicenses que había ganado para Cristo eran un gozo para él aquí y lo serían en el más allá".

En el contexto del libro, "Su venida" se refiere a la Segunda Venida de Jesús.

El Comentario de Cambridge nos explica: "su venida] Lit .: presencia — griego, parusía — es decir. “Presencia” en su sentido activo (diferente de la “presencia” o “rostro” de 1 Tesalonicenses 2:17 y 2 Tesalonicenses 2:9) —Su llegada. Aquí está el ejemplo más antiguo de una palabra, parusía, que ha pasado al lenguaje de la teología, denotando el prometido advenimiento de Cristo en gloria, cuando venga a completar su obra de redención y a juzgar a la humanidad. Su propia enseñanza sobre el tema se registra en Mateo 24; Mateo 25; Marcos 13; Lucas 12: 35-59; Lucas 17: 20-37; Lucas 19: 11-27; Lucas 21: 5-36; Juan  5: 27-29; Juan  14: 1-3; Juan  16: 22, & c. Siete veces el Apóstol usa esta palabra solemne en estas dos cartas — una vez además, en 1 Corintios 15: 23. De los tres escritos nos basamos casi todo lo que tiene para enseñar sobre este misterioso tema. Cristo habla de la parusía, en respuesta a sus discípulos, en Mateo 24; y también se menciona en las epístolas de Santiago, Pedro y Juan".

Finalmente Pablo nos muestra el gran amor y orgullo que tiene por esta iglesia.

La Biblia del Diario Vivir lo expresa con estas palabras: "La recompensa final para el ministerio de Pablo no era dinero, prestigio o fama, sino nuevos creyentes cuyas vidas fueron cambiadas por Dios por medio de la predicación del evangelio. Este era el motivo por el cual tenía muchas ganas de verlos. No importa qué ministerio le haya dado Dios a usted, su mayor recompensa y su mayor gozo deberían ser aquellos que creen en Cristo y crecen en Él".

No se podía decir de mejor forma, A pesar de la lejanía y los obstáculos para verlos, Pablo siempre tenía expectativas de verlos. Él se gozaba en ellos porque eran el fruto de su trabajo, y si no tenía oportunidad de verlos, se encontraría con ellos en la venida de Jesús. La recompensa de Pablo, y el de todo ministro, es la gente que guiamos a Jesús,




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